lunes, 17 de diciembre de 2007

LA SOÑADORA (Gustavo Martín Garzo)

Ah, el amor, el amor… Menudo cepo, menuda engañifa, menudo gran y soberano fraude. Y, sin embargo, allí estaba triunfante, lleno de luz, y en apariencia siempre nuevo, después de miles de años de promesas incumplidas y de anunciados desastres. Había producido más víctimas que las guerras, más daños que los tornados, más delirios que las fiebres palúdicas, más rencor que la usura, más horror que la misma muerte. Y aun así, por allí andaban todos y todas buscando sus dudosos favores, sus sabios venenos, sus mentiras fervientes. ¿Se podía evitar? No, no se podía. Una lucha dulce, un tierno arrebato, una herida que destilaba miel, el acceso a tesoros que no podían ser nuestros, un mundo lleno de huevos y de pequeñas larvas prometiendo antenas, aletas, secreciones, la mezcla de ojos y cartílagos innumerables. Y en esto no éramos distintos al resto de las criaturas del mundo, a las ranas y a las libélulas, los perros y los caballos, a los pequeños roedores y las silenciosas culebras, que todos buscaban eso y sólo eso, y cuando lo habían logrado volvían a quererlo otra vez, sin experimentar cansancio o hartazgo, que apenas se habían recuperado de uno de aquellos excesos ya estaban entregados de nuevo a ese intercambio de células y delicadas mucosidades, de temblores y de hondos suspiros.

martes, 27 de noviembre de 2007

Conversar

Conversar es un placer para el intelecto -que rediez será eso, me recuerda al juego del Intelect-.
José Luis Cuerda dijo en una entrevista en Radio Nacional refiriéndose al recién fallecido Fernando Fernán Gómez: “Era un buen conversador”. Y David Trueba decía en un artículo en El País: “Cómo contar su don para la conversación”. Eso sí que son elogios post-mortem.
Lo normal es que cuando alguien fallece, los íntimos, que aún les dura el autoengaño, piensen: “¡qué bueno era!”, los demás, que acuden acuciados por ese deseo de cumplir con la familia, pueden pensar lo contrario pero en esos momentos y por razones obvias no lo van a decir. Hay momentos en los que no conviene llevar la contraria.
Pero a nadie se le ocurre decir lo bien que conversaba.
Para ser un buen conversador creo yo que hace falta esforzarse en poner en práctica algún hábito adquirido.
Véase: Argumentar sin vehemencia y no creer que lo que se va a decir va a “sentar cátedra” -hay que tener en cuenta que puede que la otra persona haya sentado ya la suya-. Escuchar haciendo sentir al otro que lo que dice importa y no meterle prisa para que acabe -dándole a entender que lo que dice importa poco y lo que va a oír después importará más-. Tomar una distancia suficiente siendo consciente de que después de la conversación las cosas, casi con toda probabilidad, no van a cambiar. Evitar los prejuicios, tópicos y acusaciones...
Por mucho que hasta mi fallecimiento el aprendizaje le de sentido a mi vida y haga lo posible para que las personas, tanto íntimas como cumplidoras digan: “era un buen conversador”, me temo no lo conseguiré y mis íntimos tan sólo pensarán cuando fallezca: “¡qué bueno era!”.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Entrevista a Emilio Lledó



El domingo leí una entrevista de Juan Cruz al filósofo Emilio Lledó y supe que cumplíamos años, él y yo, el mismo día. 80 él, 45 yo. Todo un honor para el profesor. Aunque, como todos sabemos, la fecha y el lugar de nacimiento es circunstancial.
A continuación resumo la entrevista. Si le interesa a alguien entera no tiene nada más que comunicármelo vía comentario en el blog.




P. Usted denuncia. ¿Y sirve para algo denunciar?


R. Me temo que no. Pero no hay que perder la esperanza. Porque si ya ni siquiera denunciamos, se nos acaba el derecho al pataleo. Hay que protestar. Y creo que hay cosas que calan a la larga en la vida de los seres humanos.


P. Otra esperanza suya es seguir sabiendo. ¿Para qué?


R. Para entender. Idea significaba "lo que se ve con los ojos". Las ideas no eran unas cosas flotantes que se habían inventado unos seres extraños que se llaman filósofos. Idea es lo que se ve. Ver con los ojos, pero con los ojos del cuerpo. Entonces, entender, aprender, es una forma de mirar, y eso es la esencia de la vida. En el momento en que no sepamos mirar, aprender, que no tengamos el alma navegable, como decía el poeta, para que nos circule esa experiencia del mundo, no tiene sentido la vida humana.


P. Entender, menuda tarea.


R. Todos los seres humanos tendrían que entender; nos eleva sobre la miseria moral. Ése es uno de los retos de la humanidad, acabar con la miseria. ¿Cómo tener esperanza en este mundo desesperanzante? Con la libertad. Pero la libertad hay que entenderla muy bien. La libertad es la posibilidad, una puerta, un horizonte, un paisaje. Entender, entender todo esto, da mucha marcha. No sé si soy optimista, pero desde luego no soy pesimista. Creo que la característica del fascista es el pesimismo. El desprecio al otro, la ignorancia del otro.


P. ¿El fascista es pesimista?


R. No necesariamente, pero falsifica para justificarse. Esa gente que crea maldad, crueldad, tortura..., ellos mismos son su propia tortura. La maldad empieza y acaba en ti mismo. La agresividad y la violencia son espitas, uno suelta la maldad que tú tienes ahí, pero esa maldad te está matando también a ti.


P. Cuando usted dice esas cosas, ¿tiene un nombre propio en su mente?


R. Pues no. No. Algunas tipologías.


P. ¿Dónde están esas tipologías?


R. En ciertas zonas de poder, de poder mediático. Iba yo en el taxi, y qué cosas escuché. ¿Cómo se ha hecho esa mente? Para decir esas monstruosidades una tras otra, ¿qué puede haber en esa mente?


P. Respóndalo usted.


R. Hay ignorancia, discursos inasimilados. Falsos discursos. Incapacidad para interpretar, para entender. No querer interpretar, no saber leer. La mente se convierte en una cápsula de la nada.
P. ¿Y qué pasa para que esas mentes se dejen agredir?


R. Puede haber un entrenamiento de la maldad, desde la escuela. Por eso es tan importante la educación en la libertad, en la posibilidad. Me sorprende el escándalo que provoca Eduación para la Ciudadanía. Pero, ¿por qué escandalizarse?


P. ¿Vivimos, pues, un momento alarmante en la sociedad española?


R. Sí. Hay cosas que realmente me escandalizan mucho. Una es el no cultivo de la sensibilidad de los jóvenes. El abuso de la tecnología. El otro día venía en tren y había tres o cuatro niños con sus maquinitas. ¡Ninguno miró el paisaje, que era maravilloso! Eso es patología pedagógica total. Naturalmente, cuando yo era niño, niño de la guerra, me pintaba mis propios tebeos. Eran tebeos bélicos, estábamos en guerra; pero no tenían nada que ver con el chorreo de bestialidad al que están sometidos los jóvenes, los niños, ahora.


P. ¿Qué hacer?


R. La revolución de la lectura. Es verdad que hay intereses poderosísimos para que ese mundo tecnológico impere. El mundo tecnológico es importante, pero hay que atemperarlo.


P. ¿Y cuáles son las alarmas que ahora se le encienden cada día?


R. Las alarmas derivadas de los problemas de la educación, de la cultura, de la lectura, de la creación de ideas, de los valores. Hay que inventar una nueva forma de humanismo para que los seres humanos tengamos esperanza. Para seguir pensando.


P. Don Emilio, ¿qué le parece a usted esa larga relación de la Iglesia con el Estado, en la que la Iglesia tiene también que ver con las cosas civiles?


R. Para mí, la Iglesia no tiene que ver nada con las cosas civiles. Pero es obvio que se siente con derecho a incidir en ellas. Me lo preguntas en un mal momento. Mira lo que está pasando con la memoria histórica. Por favor. Pero claro que tiene que haber memoria histórica. Un país que no tenga memoria, ¿qué es un país que no tenga memoria? ¿No decimos que el alzheimer es una mala enfermedad individual? ¡Pues el alzheimer colectivo es mortal! ¡Dicen que la memoria histórica abre heridas! No se abren heridas.


P. Irritado está, don Emilio.


R. La irritación es importante. Si estás apaciguado vas mal; un poquito de guerra dentro de ti mismo es saludable. A unos les hace libres, a otros les hace esclavos.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Exposición en Barcelona.

Para esa enorme cantidad de incondicionales que siguen mi blog, les quiero mostrar mi agradecimiento recomendándoles una página. Aunque ya lo saben, veran lo bien que podemos hacer las cosas los seres humanos:

http://obrasocial.cajamadrid.com/flash/latidos/index.html

martes, 6 de noviembre de 2007

Poema

Una copa de vino es un secreto
no se sabe por qué nos presta vida
hay una dimensión desconocida
ese sorbo que es un amuleto

hay que beber el vino con respeto
con imaginación y con medida
no gustar de un buen tinto en la comida
es como ignorar el alfabeto

dicen que la salud es italiana
porque el vino les presta su energía
con regularidad carmelitana

un trago sustancioso y cristalino
incluye sus presagios de alegría
¡brindemos por el vino con el vino!


Mario Benedetti

viernes, 19 de octubre de 2007

Trece personas asistimos a una interesante conferencia impartida por D. Jesús Núñez (miembro del Comité Español de la UNRWA) sobre la situación de los refugiados palestinos. En el Centro Joaquín Roncal en Zaragoza. Es un asunto viejo y ya no atrae la atención.
En muchas conferencias o charlas que tratan sobre la situación de los más desfavorecidos, las personas encargadas de exponer el tema, cuando terminan, dejan una esperanza para alguna solución, para algún cambio. Un cierto optimismo, una puerta abierta. Algo así como ¡vamos a ver si poco a poco…!
“No hay una ventana de oportunidad para conseguir solucionar la situación de los refugiados palestinos”, dijo el conferenciante.
A estas alturas a uno le queda poco hueco para que se introduzca aunque sea una poca ingenuidad o autoengaño para ir tirando. Rara vez se consigue. El día de ayer cerró un poco más ese hueco.

jueves, 18 de octubre de 2007

En un alarde tan reflexivo como escaso en resultados, me planteé unas preguntas cuando pensé en tener un blog propio.
La primera era: Al ser mi fama tan escasa como efímera ¿a quién va a interesar lo que yo ponga en ese panel virtual que se convierte en real cuando alguien lo lee?
La segunda fue: Una vez que me decido a tener mi propio blog ¿a quién le digo que ya dispongo de un reddiario en el que puede enterarse y después opinar si quiere, sobre mis andanzas, intuyo, rutinarias? ¿a quién castigo con esa información privilegiada?
Y la tercera: Dado que mi afán de notoriedad es tan elevado como el sueldo de los currantes ¿a quién dirijo mis escritos tan llenos de buena literatura? ¿a las personas avisadas? ¿a las personas que llegan, por casualidad o por vinculación informática, al blog? o, en el colmo del engreísmo y la pedantería, ¿acaso lo que escriba tendrá como destinatario a mi mismo?
Y como estaba en ese día que me tocaba pensar, me dije ¡Qué más da las respuestas! Lo hago por la influencia de verde menta (http://verdementa.blogspot.com/).
Ala, mucha reflexión y mucho pensar para luego sacudirme la responsabilidad y endosársela a otra persona.
Y es que pensar tiene estos riesgos.