viernes, 29 de febrero de 2008

Equidistancia

Mira que intento ser equidistante en este blog para intentar no molestar a nadie y, de esta manera, aumenten los comentarios que le hagan sentir a uno que no está solo y que no sólo escribe para leerse a sí mismo. Pero como veo la motivación de los centenares de miles de seguidores de mi blog y, a su vez, oigo al señor Rajoy en la campaña electoral, he decidido dejar de ser centrado. De esta manera estoy seguro inclinará el voto de los indecisos hacia una orilla, el partido ganador o el partido que ascienda agradecerá mi aportación a su noble causa y los potenciales lectores de mi blog se lanzarán inmediatamente al teclado del ordenador.

Todos no cabemos –dice el candidato del Partido Popular a la Presidencia del Gobierno- refiriéndose a los inmigrantes que vienen aquí a chupar de la Seguridad Social y a beneficiarse de una estancia más que merecida en las cárceles españolas. Y es que no vienen aquí nada más que tullidos y ladrones. Yo, por ejemplo, cuando veo por la calle a un extranjero (porque se les nota a la legua que lo son) me da un miedo tremendo. Ahí tienes –me digo- a uno que se beneficia de los derechos adquiridos por nosotros, los patriotas. Y encima tiene la desfachatez de querer que le pague cuando termina su jornada en mi campo, después de haber limpiado mi casa, llevado a mi hija al colegio o haber cuidado a mi anciana madre.

Don Mariano tiene razón, tienen que irse inmediatamente. Pero tienen que irse ustedes, dirigentes del Partido Popular porque ¿con quién se está más a gusto? ¿En compañía de personas trabajadoras que realizan trabajos que nosotros, los patriotas otra vez, no queremos hacer? ¿O con seres que meten a un país en una guerra, hablan generando xenofobia y tienen la bonita virtud de emponzoñar con tal de gobernar, sin importarles el precio que a cambio la democracia paga?

Lo que sigue siendo equidistante es mi dinero, lo mismo sirve para pagar a un inmigrante que para pagar al político de ideas racistas. Temo no voy a poder volverlo más selectivo.

domingo, 10 de febrero de 2008

Miedo

El miedo ha sido, a lo largo de la historia, el instrumento más útil para conseguir los objetivos deseados. Y lo sigue siendo.
Siembra la semillita del miedo y conseguirás unos frutos rápidamente. No serán de buena calidad, pero sólo sientan mal a organismos que van por la vida con escrúpulos y con cierto sentido ético. En fin, seres quisquillosos.
Los directivos de la empresa, que goza de mis servicios diariamente, han empleado el miedo y les ha funcionado.
La denuncia por parte de la empresa, a un compañero miembro del comité por las expresiones y opiniones reflejadas en su blog, ha inclinado el resultado de la votación acaecida en asamblea laboral.
La trampa es precisa y el conflicto ético es claro: si los trabajadores aceptan el preacuerdo entre representantes sindicales y empresa, se quita la denuncia; si el resultado es negativo la denuncia va por lo penal y llevan al compañero hasta la Audiencia Nacional.
La justicia como amenaza.
Si los responsables de la empresa piensan que ésta ha sido dañada por lo expresado en el blog, ¿por qué no continúan con las acciones legales que le permitan sentirse resarcida?, ¿les importa más la firma de un pacto laboral que el hecho de hacer justicia?, si les ha funcionado el método ¿por qué no seguir empleándolo para sucesivas ocasiones?
En cuanto a los trabajadores, ¿es mejor sacrificar nuestra libertad a cambio de una solución rápida?, ¿cuánta es la confianza del afectado respecto al apoyo por parte del resto de los compañeros?, ¿cuántos estaríamos dispuestos a aguantar presionando hasta conseguir que se retirase la denuncia?, ¿es esta duda la que posiciona al comité a favor del sí?, ¿cuánto miedo, conformismo o información han tenido los servicios jurídicos de los sindicatos hasta el punto de aconsejar una salida, lo más honrosa posible, para que retiren la denuncia?
Algunas de estas preguntas nunca tendrán respuesta.
¿Y cómo se responde al miedo?

lunes, 4 de febrero de 2008

Epílogo

Jean Ziegler termina el libro "El hambre en el mundo explicado a mi hijo" con esta reflexión:

La política debe velar para que todos puedan saciar el hambre. Sería horrible tomarnos como algo natural el hecho de que todos los años mueran decenas de millones de personas a causa de la subalimentación crónica y de la hambruna. La fatalidad no preside el orden mortal del mundo. Hay que recordar que en el estado actual de las fuerzas de producción agrícolas, se podría alimentar sin problemas a doce mil millones de personas. Alimentar significa procurar a cada individuo dos mil setecientas calorías por día. La población actual del mundo asciende alrededor de seis mil millones de personas. Conclusión: nos enfrentamos a una falta contingente, no a una falta objetiva de alimentos. En otras palabras, el problema de la hambruna en el mundo es un problema social. Los cientos de millones de personas que mueren todos los años de subalimentación aguda mueren a causa de la injusta distribución de alimentos disponibles en el planeta.

La única identidad humana válida es la que nace del encuentro real o imaginario con los otros, del acto de solidaridad.
No puede haber un mundo en el mundo, un enclave de bienestar en un mundo de dolor. Es inaceptable una economía mundial que relega al no ser a la sexta parte de la humanidad. Si la hambruna no desaparece rápidamente de este planeta, no habrá humanidad posible. Hay que reintegrar por tanto en la humanidad a esa “fracción sufriente” que hoy está excluida y perece en la noche.

sábado, 2 de febrero de 2008

El hambre del mundo explicada a mi hijo

En el libro de Jean Ziegler “El hambre en el mundo explicada a mi hijo”, estas son las últimas preguntas que hace su hijo Karim al autor:

-Así es que finalmente no hay salida.
- De hecho, no. Las tragedias se multiplican hasta el infinito. Hay muchas catástrofes naturales, muchas hambrunas y muchos puntos de conflicto en el Tercer Mundo que requieren constantemente la atención de los gobiernos occidentales, de las organizaciones internacionales y de la opinión pública; pero las víctimas desaparecen en la noche y se vuelven invisibles. Mueren en la soledad más absoluta y la solidaridad internacional se pulveriza. Hay que reconocer que las acciones de ayuda de emergencia, las ayudas para la rehabilitación de los suelos, la lucha contra la desertización, la puesta en marcha de estructuras estables en los barrios de chabolas, la ayuda a la agricultura y la construcción de pozos no son más que operaciones paliativas, medidas provisionales y temporales que cualquier nueva catástrofe puede arruinar en un abrir y cerrar de ojos. Ni siquiera la autosuficiencia alimenticia puede evitar una hambruna.

-Entonces, ¿Qué habría que hacer?
- Habría que cambiar el orden asesino del mundo. Una banda internacional de especuladores bursátiles, sin alma ni corazón, ha creado un mundo de desigualdad, de miseria y de horror. Es urgente poner fin a su reinado criminal.