viernes, 21 de noviembre de 2008

Jefe.

Dudo mucho que lo expuesto en este blog lo siga mi jefe o, mejor dicho, mis jefes, porque trabajo en una multinacional y, como mi puesto no es precisamente de labores ejecutivas, tengo por encima a más personas mandándome que a un soldado raso. No veo a mi jefe directo leyendo las divagaciones de un currito que, por cierto, rara vez habla de su trabajo. Y si así fuera tendría que usar un seudónimo para evitar tener que defender el derecho a la libertad de expresión y, a su vez, evitar posibles represalias que pudieran influir en una mayor precariedad laboral. Existen antecedentes. He aquí la democracia actual. Descansando para resurgir con fuerza… después de mi jubilación, claro.
Pero si en uno de estos paseos virtuales por la red mi jefe directo (parece que estoy narrando un combate de boxeo, “gancho directo” al mentón del contrincante) se topara con estas reflexiones leería un extracto del reportaje de Ferrán-Ramón Cortés publicado en El País Semanal nº 1677:

“Los jefes autoritarios en lugar de liderar, se limitan a presidir lugares de trabajo darwinianos, en los cuales el individuo o nada o se ahoga.
Los líderes autoritarios constituyen una seria amenaza para la estabilidad emocional de todos los que tienen a su alrededor, ya que, como líderes de un grupo humano, son las personas que mayor influencia ejercen en las emociones de los demás. Pero crear
imperios del miedo no sólo es perjudicial para las personas que trabajan bajo el mando del líder que los crea, sino que supone un gran riesgo para el futuro de las empresas. Porque las personas angustiadas no rinden y, lejos de dar lo mejor de sí, se limitan a subsistir lo mejor que pueden. Además, las personas lideradas por un jefe autoritario acaban contribuyendo a que el ambiente se degrade, ya que bajo su presión acaban teniendo una gran dificultad en interpretar y gestionar adecuadamente las emociones de los demás.
Sean jefes autoritarios por rol o por carácter, es importante no reaccionar, no tomárnoslo como algo personal, pues corremos el riesgo de entrar en una dinámica de ataque y contraataque que convierta la situación en insoportable. Hemos de evitar las reacciones de huida o ataque y mantener nuestra estabilidad.
Bajo un liderazgo autoritario la gente acaba cumpliendo órdenes, renunciando a su iniciativa y a su implicación, dejando de lado cualquier atisbo de creatividad y aportación de valor, con lo que las cosas tarde o temprano dejarán de funcionar.
Estos jefes tienden más a buscar culpables que a encontrar soluciones. Señalan con el dedo a los responsables de los problemas, para salvaguardar su imagen, y esto sin duda no contribuye a generar un ambiente de trabajo que motive. La gente acaba aguantando el tiempo estrictamente necesario para buscar una alternativa.

Si la casualidad, comparada con alguna contenida en las películas de Woody Allen, diera a mi jefe relacionarse con estas líneas, tan sólo le quedaría sentirse aludido para cambiar de actitud para con sus curritos. Pero ¡ay!, ¿quién se siente aludido cuando le dicen autoritario? ¡Autoritarios los otros! Y aun sintiéndose aludido, ¿acaso no cuestionaría estos métodos creyendo que los suyos son más efectivos?
Pero ¿quién cree que algo cambiaría aunque lo leyese?
Cambiar la forma de actuar de un adulto rara vez sucede, aunque es muy atractivo verlo en las películas.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cifras.


11 centímetros: *

Existe una siniestra correlación entre la circunferencia del brazo de un niño y su riesgo de morir por malnutrición. Se busca el punto medio entre el codo y el hombro, y si la circunferencia en ese punto es menor o igual a once centímetros, el niño padece malnutrición severa aguda. O, lo que es lo mismo, tiene un riesgo alto de morir de hambre. Once centímetros, como la circunferencia de un plátano. La medida vale para niños entre seis meses y cinco años.

2.200 Kilocalorías:

Ración diaria mínima de comida que establece la Organización Mundial de la Salud. En Etiopía sólo el 45% de los hogares alcanza a consumir dicha ración.

12 euros:

Tratamiento completo en África de un niño durante dos semanas a base de Plumpy’Nut (unión de las palabras en inglés para gordito y cacahuete). Un saquito de esta pasta aporta quinientas kilocalorías.

Más de 60 mil personas al día:

Mueren de hambre.

Setenta a uno: * *

Esta es la desigualdad de hoy entre los países más ricos y los más pobres.

La estadística del ingreso per cápita internacional más antigua que se conoce es del año 1780. Por entonces, la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres era de tres a uno, hoy es de setenta a uno (Javier Iguíñiz, economista, director de la revista Sur de Medicus Mundi). Y todos forman parte de la comunidad internacional.

6.000 millones de habitantes:

El planeta alberga –o padece, según, a 6000 millones de habitantes, de los cuales 2800 millones tienen un ingreso inferior a dos dólares diarios (Banco Mundial).

35,8 millones de estadounidenses:

En el 2003 el número de estadounidenses bajo la línea de la pobreza aumentó 1,3 millón en relación con el 2002. Ahora son 35,8 millones de estadounidenses, el 12,5 por ciento de la población total.

3 mil millones de dólares al día:

Ese es el dinero que se invierte en armas.


* Información de El País semanal nº 1676.

** Información de Rebelión.org

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Un Dios como Dios manda.

El futuro es manejable, la Vida es imparable.
Con estas palabras termina el libro “La ciencia y la vida” de Valentín Fuster y José Luis Sampedro.
Entresacar una parte del libro es difícil pues dan ganas de transcribirlo entero y, para eso, se recomienda la lectura del mismo y se ahorra uno el trabajo.
Pero, haciendo un esfuerzo seleccionador, he elegido la reflexión que hacen sobre la muerte… o sobre la otra vida.

-Y en cuanto a la otra vida- prosigue Sampedro- no tengo afirmaciones categóricas, no sé si hay un Dios o no hay Dios, pero me tiene completamente sin cuidado. Por una razón: porque si hay un dios como Dios manda, claro, no como manda el Vaticano, es imposible que me juzgue culpable. Primero porque no pedí venir a este mundo, él me ha hecho. Segundo, porque si le he salido mal, es culpa suya, que construya mejor el juguete. Y tercero, porque aun siendo consciente de haber hecho mal muchas cosas en mi vida y que puedo haber perjudicado involuntariamente a alguien, tengo la plena seguridad de no haber hecho daño deliberado a nadie. Maquinar maquiavélicamente cómo hacerle la puñeta al de enfrente, no lo he hecho. Nunca, ni siquiera a gente que me ha perjudicado. No, no lo he hecho porque hacerlo me hubiera degradado a mí mismo, jamás he incurrido en esas prácticas.
-Yo tampoco, seguro. En fin, el tema de la muerte me parece muy interesante, pero creo he hemos abordado los aspectos fundamentales, ¿no?
- Sí, es un tema muy interesante porque el modo de aceptar la muerte retrata una civilización. La concepción de la muerte en la antigüedad clásica es completamente distinta a la nuestra.
- En efecto. Yo para concluir os repito mi intuición de que hay algo más. El problema de la culpabilidad es un problema educacional, pero sinceramente creo que he dado, que mi trayectoria vital no es para sentirme culpable.
- Yo no sé si hay algo más, pero no me preocupa y no tengo el menor sentido de culpabilidad. No me creo inocente, pero no soy culpable. Ya te dije, si Dios es como Dios manda, no puede hacerme culpable a mí de lo que Él ha creado.
-Me has convencido con esto de un dios como Dios manda. Es una frase estupenda para levantar nuestra última sesión.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Huyamos, pues.

OBISPOS DE ESPAÑA

El obispo y sus anillos, rosarios y finos mantos
no ve al Cristo del madero, desde siglos no sé cuántos,
gula soberbia e incienso, ciego y mudo lo dejaron.
(Cómplice del violador, exige la criatura,
fruto del derecho a pierna, nacida de la tortura,
del que ganó en mala ley, símbolo de la basura.)
No quiere que la mujer oficie la Santa Misa:
la prefiere en la cocina, bordándole las camisas,
para subirle las faldas, cualquier viernes de cenizas.
Odia el condón y el placer entre dos cuerpos ardientes
que sólo buscan gozar sin contaminar de muerte,
el SIDA con su sotana, símbolo de mala suerte.
Tengo razón digo no, al de misa cotidiana,
sólo la ciencia, el saber, abre la puerta al mañana.
Huyamos de la ignorancia de los obispos de España.

Angel Parra. (Disco “De fiesta con Georges Brassens")