jueves, 11 de diciembre de 2008

Silencio.

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas
guardé silencio
porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas
no protesté,
porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío.

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

Este es un poema del pastor luterano Martin Niemöller, resistente antinazi (1892-1984) de denuncia del silencio cómplice.
Lo emplea como apoyo a su crítica José Luis Sánchez Noriega, con referencia a la película Todos somos invitados, (2008) de Manuel Gutiérrez Aragón.
Fernando Savater terminaba un artículo en El País (22-04-08) sobre esta película: “Bienvenida sea esta honrada e incluso arriesgada película. Su argumento no trata, como hemos oído en ETB, de “un valiente gudari que pierde la memoria” (para que vean cómo está el patio); ni tampoco es sencillamente una denuncia de quienes no tienen cuajo cívico suficiente para enfrentarse con la amenaza terrorista, porque en efecto el heroísmo puede ser cualquier cosa menos obligatorio. Pero en cambio muestra con suficiente realismo la actitud de quienes en la falsa fraternidad tripera del vasquismo folklórico y gastronómico venden la solidaridad con el acosado por un plato de kokotxas: no es que sean incapaces de jugarse la vida, es que ni siquiera se arriesgan a perder el postre. Gutiérrez Aragón pudo palpar este ambiente mientras rodaba la película. Y podría ser precisamente ese rodaje, con sus defecciones y escaqueos, el argumento más revelador para su próximo filme".


Manuel Gutiérrez Aragón y Ángeles González-Sinde, guionistas de esta película, dan en el clavo al afrontar la vida diaria de un amenazado; esa sensación de angustia al sentirse observado, seguido, siempre sin intimidad y con escoltas, sabiendo que en cualquier momento le van a matar al estar sentenciado por el mero hecho de alzar la voz o, simplemente, por no pensar como ellos.
Como dice el crítico “no es una película redonda”, pero yo creo que conviene verla.
En ella te das cuenta de que todos estamos invitados pero algunos disfrutamos de la cena silenciosa mientras otros lavan los platos.