sábado, 18 de abril de 2009

Gracias Blanca.

La fábula del sacerdote, el lince y el niño
Javier García Pedraz

Ayer me detuve ante un cartel en el que aparecen un niño gateando, un lince ibérico con un rótulo que indica «especie protegida» y, en la parte superior, me pareció ver una pechuga de pollo. En la parte inferior, un eslogan reza «¿Quién me protege a mí?». A decir verdad, el cartel me dejó perplejo, pues he de reconocer que hasta el momento no sabía que el lince ibérico se alimenta de niños.

Y ante la ausencia de cualquier contenido explícito que aporte alguna información sobre la intención del cartel, me afané por enterarme de qué se trata. Recurrí a google, y busqué las palabras “lince ibérico” y “niño”. Descubrí que se trata de una campaña de la Iglesia para «proteger a los niños». En mi ímpetu por enterarme de qué iba realmente el asunto, volví a escribir en google las palabras “Iglesia católica”, “lince ibérico” y “niño”. Casi me caigo de la silla al encontrar que, en la mayoría de los resultados de la búsqueda, la palabra “ibérico” había sido sustituida por el término “pederasta”.

Creí que los conocimientos de etología que había adquirido durante la carrera eran amplios, sin embargo, todo este asunto del “Lince pederasta come niños” me tenía realmente asombrado. Fue entonces cuando recordé las palabras de una víctima de abusos sexuales reiterados durante años: “el lugar más inseguro para un niño es una catequesis” (supongo que ése es el lugar donde viven los linces). Dedicí recurrir al método científico, indagué en la evidencia, y encontré una investigación realizada por la Universidad de Salamanca y publicada por el Ministerio de Asuntos Sociales, que demuestra que, del total de españoles que han sufrido abusos sexuales, más de un 10% lo fue a manos de un sacerdote católico. El estudio también concluye que hay más de 400 sacerdotes con historial sexual ejerciendo y que más de 7% de los sacerdotes actualmente en activo comete abusos sexuales graves sobre menores. Sí, de acuerdo, eso ya nos lo contó Almodóvar pero, volviendo al tema que nos ocupa, dicha investigación no mencionaba el caso del “Lince pederasta come niños”.

Pues bien, tuve que acudir a fuentes extentas de toda sospecha masónica como Save the children o UNICEF, pero no encontré informe alguno que relacione al felino con la violación de los Derechos de infancia. Hasta que por fin salió en la tele un hombre con sotana para explicar que es una campaña contra la aberrante Ley del aborto que prepara el Gobierno. ¡Menos mal! ¡Podían haberlo puesto!

Y sólo entonces pude detenerme frente al cartel para sumarme a la posición de la Iglesia, porque hay que ser canalla para abortar niños cuando éstos ya gatean, así como impedir abortar a una mujer cuando el médico le anuncia que, por caprichos de la genética, va a parir un lince. ¡Qué país!


Aclaración del autor

En un principio intenté abordar el absurdo de este asunto por medio de la razón. Sin embargo, la razón no tenía nada que decir y me abandonó: encontré que la forma más efectiva de denunciar lo absurdo es sumarse a la propia absurdez. Sea absurdo, por este momento.

jueves, 16 de abril de 2009

Gracias Juanjo.

José María García Linares

Es alentador comprobar, para un docente, el altísimo grado de implicación que la sociedad y el Estado españoles están demostrando en las últimas semanas en materia de educación. Qué orgullo al abrir los periódicos y encontrar todo el debate reducido a la lucha Religión/Educación para la Ciudanía, o lo que es lo mismo, como siempre en estas tierras, Partido Popular/Partido Socialista (o estás con nosotros o estás contra nosotros), o encontrarlo también centrado en el largo periodo vacacional de los profesores y los alumnos. Sí señor. Cuestiones de primer orden. Eso es lanzarse a la piscina, nunca mejor dicho, y empaparse hasta las cejas.

Qué rabia me daba de pequeño ir al colegio. No era yo como estos niños postmodernos de hoy en día que se aburren en sus casas y están locos por ver a sus amiguitos en el recreo. No. Yo, en caso de verlos, prefería hacerlo en el parque, en el Club o en la playa. Al aire libre, en grandes espacios, corriendo, saltando y sin muros ni verjas ni señores mayores que te contaban lo mismo que podías leer en esos libros, salvo contadas excepciones que lograban captar tu atención y llevarte de aquí para allá en un viaje fascinante. Cuando llegaba el mes de junio, ya tenía esa cosilla en mi estómago cada vez que veía el cielo azul o sentía esa luz melillense tostadita en el cogote al pasear por la Avenida. Olía a verano, a paz, a felicidad. En los escaparates, esos cuadernillos espantosos de Santillana para repasar y divertirse (por Dios) en julio y agosto. A mis hermanas y a mí no nos hacían falta, que ya estaban nuestro padres poniéndonos todos los días cuentas y copias, para que no se nos secara, a pesar de los chapuzones, la mollera.

El pasado día cinco de febrero el diario El País publicaba un artículo titulado Demasiadas vacaciones en donde se criticaba no sólo las de los profesores, sino también el poco número de días lectivos de los estudiantes. Algunos proponían ahí alargar el final del curso, otros adelantar su comienzo y, como telón de fondo, el problema que tienen los padres actualmente para conciliar su vida laboral con la familia, al parecer responsabilidad de los centros y no de sus empresas, esto es, qué diantres hago con la niña-molestia cuando le den las vacaciones. ¿A dónde la mando? Y leía estas argumentaciones mientras hacía la cola en el Ayuntamiento para recoger un certificado. De cuatro mostradores, sólo funcionaba uno. Hay que ver lo que tardan en servir los desayunos en las cafeterías.

Las vacaciones de nuestros jóvenes son distintas a la de los chicos y chicas de otros países, algo evidente porque aquí no se puede tener a treinta estudiantes metidos en un aula sin cortinas y sin aire acondicionado a finales de junio. El calor es insoportable. Comparar esta situación con la finlandesa o la sueca es poco provechoso. Pero es que a principios de septiembre la temperatura, al menos en el sur de España, es igual, agobiante. Los que piden adelantar el comienzo al día uno del mismo mes olvidan también que en esas fechas están los exámenes de recuperación y que las plantillas de profesionales están incompletas. Lo que escuece de todo este asunto es que el debate haya saltado nuevamente a los medios por motivos que nada tienen que ver con la enseñanza. Las familias quieren tener los centros más tiempo abierto para tener allí aparcaditos y cuidaditos a sus criaturas (que, curiosamente, son suyas. Algunos lo olvidan). Y digo aparcados porque da igual que aprendan más o menos (casi nadie trae la tarea hecha), que no haya ordenadores, que haya saturación, que las ratios sean elevadísimas, que falten recursos de todo tipo. Lo que importa, lamentablemente, es que estén allí vigilados porque así no estarán fuera, solos, de ahí la propuesta de varias CCAA de tener los colegios e institutos abiertos por las tardes, o casi de madrugada. La docencia tiene una función fundamental y valiosísima, si se deja ejercerla: la de enseñar. Todo lo que se salga de ese marco no es tarea de los docentes.

Tal y como se están poniendo las cosas, un alumno puede llegar a su colegio a las siete de la mañana, en régimen de acogida temprana, recibir sus seis horas de clase, comer a las dos y media y realizar las actividades extraescolares hasta las seis de la tarde, supuestamente controlados por personal distinto al de los profesores, nos dicen los expertos. Esto huele a podrido. Todos estos pedagogos, presidentes de no sé qué, coordinadores de no sé cuánto que, o están liberados o no han dado clase en su vida, ¿no tienen nada que decir sobre el hecho de tener a un chico encerrado diariamente casi doce horas en un centro? La solución a los problemas sociales no la tiene en exclusividad la escuela. ¿El Estado no va a hacer nada para que los empresarios flexibilicen los horarios y turnos de sus trabajadores, para que puedan disfrutar de sus hijos? Ya está bien de echar sobre la enseñanza todas las responsabilidades sociales. A este paso, en cinco años, estaremos presentes en los partos para registrar la llegada de un nuevo alumno y evitar el fracaso neonato y el absentismo en las incubadoras.

sábado, 11 de abril de 2009

Médicos Sin Fronteras.


ExposiciónVoces contra el olvido.
Del 13/04/2009 al 02/05/2009Centro Joaquín Roncal. San Braulio 5-7

Más de 30.000 personas mueren cada día por no contar con tratamientos que, en algunos casos sí existen, pero no están accesibles allí donde no se puede pagar por ellos. En otros casos, como en el de la tuberculosis, el Chagas, la enfermedad del sueño, la malaria, el kala azar o el mismo sida cuando afecta a los niños, aún se está esperando que se investiguen y desarrollen nuevos métodos diagnósticos y tratamientos.
A través de 40 fotografías realizadas en diferentes lugares del mundo donde trabaja MSF, el fotógrafo Juan Carlos Tomasi nos muestra la problemática mediante la historia de la vida real de estas personas que prestan su rostro y su voz, un grito callado que encuentra escasos ecos en los lugares donde se puede ayudar a encontrar la solución.

Miércoles 29. A las 19:00 h. Videoconferencia
Proyección de dos de las historias del documental “Invisibles”, producido por Javier Bardem para Médicos sin Fronteras: "El sueño de Bianca” de Mariano Barroso. “Buenas noches, Ouma” de Fernando León de Aranoa. Tras la proyección se invitará al público a un debate.

Entrada libre de lunes a viernes de 18:00 a 21:00 h. y sábados de 11:00 a 13:30 y de 18:00 a 21:00 h.

viernes, 10 de abril de 2009

En Semana Santa.

“Hacía tiempo que me había acostumbrado a la perspectiva de una vida solitaria. Ser pobre, fea y, por añadidura, inteligente, condena en nuestras sociedades a trayectorias sombrías y desengañadas a las que más vale resignarse lo antes posible. A la belleza se le perdona todo, incluso la vulgaridad. La inteligencia ya no se ve como una justa compensación de las cosas, una manera de restablecer el equilibrio que la naturaleza ofrece a los nuevos favorecidos de entre sus hijos, sino como un juguete superfluo que realza el valor de la joya. En cuanto a la fealdad, siempre se la considera culpable, y yo estaba condenada a ese destino trágico con el dolor que precisamente me confería mi lucidez”.
La elegancia del erizo (Muriel Barbery).

lunes, 6 de abril de 2009

Gasto social


Como estamos en un espacio de confianza y nadie me obliga a poner o a no poner lo que quiera, cedo a la tentación de ocultar cierta información que podría ser dañina para mis intereses vanidosos.

Así pues, privilegiados seguidores de este blog sin control (y sin otras cosas que le harían más atractivo, la verdad) voy a salir del armario intelectual diciéndoles: ¡En octavo de E.G.B suspendí matemáticas!

Ala, que tranquilo se queda uno cuando se libera del peso de la ocultación y el disimulo. He de informar enseguida que, con la ayuda veraniega del compañero más inteligente de la clase, aprobé con notable la temida asignatura. Y en el título está impresa dicha nota como resultado final del ciclo formativo. En el mundo se perpetran todo tipo de injusticias.

Posteriormente continué con unos estudios más acordes con mi capacidad, que excluyeran en lo posible a las matemáticas. Llegué incluso a conseguir el título de FP1 rama agraria.

Y esta falta de comprensión matemática es un lastre que uno lleva toda su vida, una rémora. Y eso que soy consciente de que las matemáticas transcienden lo racional y pueden ser hasta “filosóficas” (para comprobarlo basta con leer el libro La soledad de los números primos de Paolo Giordano).

Con estos antecedentes, la interpretación de los datos del gráfico de arriba los dejo, por ejemplo, para los agentes sociales.

Yo haría una interpretación errónea porque, como ya habrán deducido del comentario anterior, “soy de letras”.