sábado, 31 de octubre de 2009

Y mintió.

Hay momentos en que un hombre tiene que tomar una decisión, ya sea una decisión profesional, o una decisión personal. Al fin y al cabo es una cuestión de integridad y de perseguir lo que realmente quieres, aunque signifique demostrar que te importa lo que pasa. Y a veces, a veces simplemente haces lo que es mejor para un amigo. Aunque eso signifique sacrificar tu propia felicidad.

De la serie Scrubs.

jueves, 22 de octubre de 2009

Fran Sevilla.

Introduzco en páginas que me interesan una nueva: El blog de Fran Sevilla.

http://blogs.rtve.es/usuarios/fran-sevilla

domingo, 18 de octubre de 2009

Aborto.

No estaría mal que los manifestantes antiabortistas que acudieron ayer a Madrid vieran la película “Cuatro meses, tres semanas y dos días” dirigida por Cristian Mungiu.

No creo, a estas bajuras de la vida, que las convicciones se cambien con el cine. Pero, a veces, los principios fuertemente defendidos se cuestionan cuando se adquiere más información.

Pero tranquilos los contrarios y, aquí sí, contrarias a que la mujer decida lo que quiera hacer con su cuerpo, si este cuestionamiento se llega a producir, la hipocresía hace de freno ante cualquier cambio.

viernes, 9 de octubre de 2009

Cachete.


El otro día, mientras esperaba la salida de Irene de clase, en el patio un padre comentaba que tenía poca paciencia con su hijo y que, de vez en cuando, le arreaba algún cachete.

Otro le contestaba que no se podía permitir el poco caso de los niños para con sus padres. No se podía consentir que hicieran lo que quisieran, si ninguna cortapisa, y para ello lo mejor era “unos toquecitos terapéuticos”. Sin grandes golpes claro, él no hablaba de maltrato.

Por lo general, cuando ocurre esta conversación tan enriquecedora para los intereses de los niños, suelo intervenir poniendo de manifiesto mi total disconformidad ante el “eficiente método corrector”. Suelto el argumento, por ejemplo, de que algunos adultos también pueden ser merecedores de alguno sopapo y, sin embargo, nos reprimimos en dárselo porque no creemos sea lo que se deba hacer, e incluso pueden denunciarte por agresión ¿Por qué se tolera, e incluso alienta, el “bien pensado y razonado” cachete a los niños?

Llegados a ese punto, y eso que mi motor argumental está a ralentí, producido por la desgana que produce hablar contra una pared de ideas prefijadas, los padres “no maltratadores” se ofenden y muestran incomodidad –no les gusta que rebatan su seguridad- y piensan: “Ya tenemos aquí a otro blandengue consentidor de renacuajos”.

Pero el otro día, no. No estaba yo para expulsar saliva innecesaria. Quizá influenciado por las autoridades sanitarias internacionales y sus recomendaciones con respecto a la gripe A.

Mi mente no sé si se refugiaba en “La mecánica del Corazón” de Mathias Malgieu, el libro que estaba leyendo por aquellos días, o en aquella silueta femenina estratégicamente situada nada más entrar al patio a mano derecha.

Me ha ocurrido desde pequeñico, siendo consciente de lo mal educado que es no prestar atención al monologuista de turno, me abstraigo bajo el influjo de la luna aunque estemos a pleno sol. Eso sí, disimulo muy bien y les miro a los ojos mientras hablan, no quiero que se sientan heridos. Soy un blandengue consentidor de adultos.