martes, 5 de diciembre de 2017
lunes, 13 de noviembre de 2017
lunes, 23 de octubre de 2017
lunes, 16 de octubre de 2017
jueves, 5 de octubre de 2017
viernes, 22 de septiembre de 2017
Equidistantes cobardes
Parece que
están los ánimos muy caldeados, entre las regiones del Reino, con esto del
asunto catalán-español o español-catalán. Bueno, se le puede llamar Reino, País,
Nación, Nación de naciones, Estado plurinacional, Estado español, Estado “a
secas”, Estado con autonomías, Estado con Comunidades forales, Estado con
comunidades autónomas, Estado con ciudades autónomas, Estado con Cabildos. Con
la cantidad de definiciones que tenemos para todos los gustos y llegan, estos
catalanes independentistas, y quieren elegir otra para ellos solitos:
República. Tócate…
Ese término
está pasado de moda y te retrotrae a tiempos antiguos y rancios. Menos mal que
alguien tuvo la brillante idea de quitar la que había en España. Gracias a él o
a Dios -quizá fuese el mismo ente o estaban asociados- llegó un tiempo de
modernidad envidiado por el resto del mundo. Sólo fue superado cuando se
instauró la llamada monarquía parlamentaria española. Ahí es donde la
democracia adquiere una libertad y una modernidad que ríanse los suizos.
En esta manera
moderna de gobernar, el Jefe de Estado lleva numéricos después del nombre y
queda muy bonito: I, VI… Pero es una pena que su sucesión sea por los apellidos
y no por el nombre. Existe un enorme debate en la piel de toro -mira, otra
definición- sobre qué sería más democrático. Algunos creemos que después de un Borja
debería sucederle otro Borja; después de un Cayetano otro Cayetano, etc. Sería
más justo y democrático porque el nombre lo elige los padres o madres y, sin
embargo, el apellido viene puesto incluso antes de nacer, ya me entienden. Lo
malo es que siempre es un varón el jefe. Como la Constitución es inamovible y
bajo ningún concepto se puede modificar -excepto el artículo 135 y sólo en
verano- pues entonces no puede haber Jefa de Estado.
Pero vaya, así
estábamos muy bien. Todos teníamos la identidad bien definida. Hasta cantábamos
cuando ganaba la selección: ¡Yo soy español, español, españoooooooool! Y vienen
ahora, unos aspirantes a republicanos, a destruir la concordia con la que hemos
vivido estos años. Toda la igualdad económica y social la quieren echar por
tierra sumiéndonos en un país sin playa al noreste. Hemos tenido algún pequeño
problema sin importancia -pero siempre por culpa de los que no saben gastar con
conocimiento y viven por encima de sus posibilidades-, por ejemplo-: Una
pequeña cantidad de jóvenes se han marchado a trabajar fuera, hay un irrisorio
porcentaje de paro y pocas veces se ve gente buscando por los contenedores o
yendo a comedores sociales o a ONGs. Pero eso es porque los jóvenes quieren
conocer mundo, los parados no buscan con ahínco un puesto de trabajo y, ya
sabemos cómo somos las personas, o bien queremos hacer dieta o vivir
experiencias nuevas.
Menos mal que
el actual gobierno vela por la unidad de España y se preocupa por el bienestar
de sus habitantes. No es que sea novedad, siempre se ha preocupado mucho por
hacer cumplir las leyes para proteger al ciudadano: Ley de Memoria Histórica,
Ley de dependencia, Ley de violencia de género. E incluso ha aprobado alguna
para tener la seguridad absoluta, como es la Ley Orgánica de protección de la
seguridad ciudadana. Ley que algunas personas maliciosas y poco patrióticas han
llamado “ley mordaza” -si todos pudiéramos decir y hacer lo que quisiéramos
esto sería un descontrol-. También ha ayudado a la justicia, por ejemplo, arreglando
unos ordenadores que estaban rotos. Así los jueces pudieron ver la limpieza de
la contabilidad de su partido. La ciudadanía le ha recompensado, mediante sus
votos, el esfuerzo realizado.
Por parte del
gobierno catalán también están intentando hacer las cosas bien y miran por los
intereses de los ciudadanos. Como la prioridad absoluta es la independencia
-después de conseguida seguro que se vivirá allí lejos de este modelo mundial
capitalista globalizado y por fin los idealistas tendrán cabida en la nueva
república- pues se juntaron unos partidos políticos de ideología totalmente
opuesta. Y es que cuando se quiere pactar, ¡ven ustedes cómo se puede! Que uno
de ellos haya gobernado durante años -sin recortes y con políticas alejadas del
modelo neoliberal- teniendo casos de corrupción no es obstáculo para intentar
la separación. Incluso a un honorable expresidente le acusan de haber viajado a
Suiza. Mal pensada es la gente. Quizá fuera a aprender cómo funcionaban las
finanzas de ese país para ponerlas en práctica y beneficiar a sus gobernados, muchos
de ellos votantes incondicionales.
Así que ahí
están, a la gresca. Dos gobiernos, cuya prioridad absoluta es el bienestar de
sus ciudadanos, tirándose los trastos. Y un montón de nacionalistas apoyando
sus decisiones. Hace falta que los cobardes equidistantes actuemos ayudando a
rebajar el cargado ambiente. Sí, esos a los que les gusta más abrir fronteras
que cerrarlas pero que no quieren retener a su lado a las personas que desean
irse.
Y es a través
de la música como puede llegarse a un diálogo y a un entendimiento. Puede
haber métodos más directos como, por ejemplo, sentarse alrededor de una mesa
donde haya un buen cava, butifarra, cocido madrileño y jamón de Teruel, por
sugerir algo. De ahí sale un acuerdo sí o sí. Pero bueno, como primer paso les
proponemos una canción para que se la pasen los nacionalistas españoles a los
nacionalistas catalanes o a la inversa. Verán la paz y armonía que reina entre
ellos a partir de su escucha. Si no es suficiente, estos equidistantes
cobardes, les recomendaremos otra.
jueves, 7 de septiembre de 2017
Suscribirse a:
Entradas (Atom)