viernes, 22 de septiembre de 2017

Equidistantes cobardes


                                          
Parece que están los ánimos muy caldeados, entre las regiones del Reino, con esto del asunto catalán-español o español-catalán. Bueno, se le puede llamar Reino, País, Nación, Nación de naciones, Estado plurinacional, Estado español, Estado “a secas”, Estado con autonomías, Estado con Comunidades forales, Estado con comunidades autónomas, Estado con ciudades autónomas, Estado con Cabildos. Con la cantidad de definiciones que tenemos para todos los gustos y llegan, estos catalanes independentistas, y quieren elegir otra para ellos solitos: República. Tócate…
Ese término está pasado de moda y te retrotrae a tiempos antiguos y rancios. Menos mal que alguien tuvo la brillante idea de quitar la que había en España. Gracias a él o a Dios -quizá fuese el mismo ente o estaban asociados- llegó un tiempo de modernidad envidiado por el resto del mundo. Sólo fue superado cuando se instauró la llamada monarquía parlamentaria española. Ahí es donde la democracia adquiere una libertad y una modernidad que ríanse los suizos.
En esta manera moderna de gobernar, el Jefe de Estado lleva numéricos después del nombre y queda muy bonito: I, VI… Pero es una pena que su sucesión sea por los apellidos y no por el nombre. Existe un enorme debate en la piel de toro -mira, otra definición- sobre qué sería más democrático. Algunos creemos que después de un Borja debería sucederle otro Borja; después de un Cayetano otro Cayetano, etc. Sería más justo y democrático porque el nombre lo elige los padres o madres y, sin embargo, el apellido viene puesto incluso antes de nacer, ya me entienden. Lo malo es que siempre es un varón el jefe. Como la Constitución es inamovible y bajo ningún concepto se puede modificar -excepto el artículo 135 y sólo en verano- pues entonces no puede haber Jefa de Estado.
Pero vaya, así estábamos muy bien. Todos teníamos la identidad bien definida. Hasta cantábamos cuando ganaba la selección: ¡Yo soy español, español, españoooooooool! Y vienen ahora, unos aspirantes a republicanos, a destruir la concordia con la que hemos vivido estos años. Toda la igualdad económica y social la quieren echar por tierra sumiéndonos en un país sin playa al noreste. Hemos tenido algún pequeño problema sin importancia -pero siempre por culpa de los que no saben gastar con conocimiento y viven por encima de sus posibilidades-, por ejemplo-: Una pequeña cantidad de jóvenes se han marchado a trabajar fuera, hay un irrisorio porcentaje de paro y pocas veces se ve gente buscando por los contenedores o yendo a comedores sociales o a ONGs. Pero eso es porque los jóvenes quieren conocer mundo, los parados no buscan con ahínco un puesto de trabajo y, ya sabemos cómo somos las personas, o bien queremos hacer dieta o vivir experiencias nuevas.
Menos mal que el actual gobierno vela por la unidad de España y se preocupa por el bienestar de sus habitantes. No es que sea novedad, siempre se ha preocupado mucho por hacer cumplir las leyes para proteger al ciudadano: Ley de Memoria Histórica, Ley de dependencia, Ley de violencia de género. E incluso ha aprobado alguna para tener la seguridad absoluta, como es la Ley Orgánica de protección de la seguridad ciudadana. Ley que algunas personas maliciosas y poco patrióticas han llamado “ley mordaza” -si todos pudiéramos decir y hacer lo que quisiéramos esto sería un descontrol-. También ha ayudado a la justicia, por ejemplo, arreglando unos ordenadores que estaban rotos. Así los jueces pudieron ver la limpieza de la contabilidad de su partido. La ciudadanía le ha recompensado, mediante sus votos, el esfuerzo realizado.
Por parte del gobierno catalán también están intentando hacer las cosas bien y miran por los intereses de los ciudadanos. Como la prioridad absoluta es la independencia -después de conseguida seguro que se vivirá allí lejos de este modelo mundial capitalista globalizado y por fin los idealistas tendrán cabida en la nueva república- pues se juntaron unos partidos políticos de ideología totalmente opuesta. Y es que cuando se quiere pactar, ¡ven ustedes cómo se puede! Que uno de ellos haya gobernado durante años -sin recortes y con políticas alejadas del modelo neoliberal- teniendo casos de corrupción no es obstáculo para intentar la separación. Incluso a un honorable expresidente le acusan de haber viajado a Suiza. Mal pensada es la gente. Quizá fuera a aprender cómo funcionaban las finanzas de ese país para ponerlas en práctica y beneficiar a sus gobernados, muchos de ellos votantes incondicionales.
Así que ahí están, a la gresca. Dos gobiernos, cuya prioridad absoluta es el bienestar de sus ciudadanos, tirándose los trastos. Y un montón de nacionalistas apoyando sus decisiones. Hace falta que los cobardes equidistantes actuemos ayudando a rebajar el cargado ambiente. Sí, esos a los que les gusta más abrir fronteras que cerrarlas pero que no quieren retener a su lado a las personas que desean irse.
Y es a través de la música como puede llegarse a un diálogo y a un entendimiento. Puede haber métodos más directos como, por ejemplo, sentarse alrededor de una mesa donde haya un buen cava, butifarra, cocido madrileño y jamón de Teruel, por sugerir algo. De ahí sale un acuerdo sí o sí. Pero bueno, como primer paso les proponemos una canción para que se la pasen los nacionalistas españoles a los nacionalistas catalanes o a la inversa. Verán la paz y armonía que reina entre ellos a partir de su escucha. Si no es suficiente, estos equidistantes cobardes, les recomendaremos otra.


jueves, 7 de septiembre de 2017

Viaje a los fiordos noruegos (por orden alfabético)




                                                        

                                                                Andalsnes (Noruega)
                                 














                                                                  Bergen (Noruega)















                                                             Bremerhaven (Alemania)






                                                 


                                                                 Geiranger (Noruega)


















                                                      Olden y glaciar Briksdal (Noruega)


















                                                                   Mar del Norte








                                                    Stavanger y el Preikestolen (Noruega)









                                                                    Juan Carlos Ruesca Hernández