martes, 24 de febrero de 2015
jueves, 19 de febrero de 2015
martes, 17 de febrero de 2015
sábado, 14 de febrero de 2015
domingo, 8 de febrero de 2015
Consecuencias
La reducción del 70%, para la
partida de ayuda oficial al desarrollo (AOD), supone millones de personas
desatendidas y la degradación de la credibilidad que España tenía en el
exterior como país comprometido. Para que se hagan una idea: del 0,5% del año
2009 hemos pasado al 0,17% en 2014; con este recorte se ha dejado de atender a
7 de cada 10 personas; la aspiración cooperante internacional es llegar a 70
céntimos por cada 100 euros (el ansiado 0,7%), España aporta en la actualidad 17
céntimos por cada 100 euros. *
Muchos ciudadanos creen en la
idea extendida de que cuanto menos se destine a la ayuda al desarrollo de
países pobres más llegará para paliar la pobreza local: “¡Aquí también hay
pobreza, primero los de aquí!”. Sin
entrar a valorar el grado de humanidad de los que así piensan -el ser humano es
eso, humano allí donde esté-, hay argumentos que desmontan tal idea. La partida
para la ayuda exterior es minúscula (1 euro al año le supone a cada aragonés,
por ejemplo).* * Y, aunque el aragonés no lo aporte, este euro no va a partidas
sociales (de hecho, éstas también se han recortado). Se emplea para pagar
intereses de la deuda y para otros puntos presupuestarios como, por ejemplo, el
de defensa (el gasto militar para este año nos supondrá a los españoles 502
euros por habitante). ***
Se podría seguir dando cifras
pero quizá sea mejor apelar al interés propio y al espíritu de
supervivencia. Consentir la desigualdad es
alentar la violencia. No se puede pretender tener seguridad si se tiene como
prioridad ganar dinero a consta de los demás. Existe una relación entre la
riqueza de unos cuantos y la pobreza de millones. Y unas consecuencias.
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