¿Se acuerdan ustedes de la canción “La
Yenka”? "Izquierda izquierda derecha derecha adelante detrás, un dos tres…"En
esas estamos en este país recortado, que si la derecha que si la izquierda. El
agua al cuello para algunos mientras otros cuidando no se les manche los
Vuitton en algún charquico. Como dice Isaac Rosa en un artículo en el
diario.es: "En la clase alta opera una poderosa solidaridad de
clase". ¿Existe la misma solidaridad en la clase baja? Resulta evidente
que la derecha cuida de los suyos. Cierra las filas y no cabe ni un alfiler entre
ellas. Pero ¿y la izquierda?
Si siguieron ustedes las informaciones
y artículos de opinión con respecto a la intervención de Beatriz Talegón, en
Cascais, durante el Consejo de la Internacional Socialista; deberán contestar
objetivamente a esa pregunta que no. Más bien se abre un boquete. Otro más; es
como si quisiéramos evitar un naufragio haciendo un agujero en nuestra barca mientras,
al lado, pasan los de la “solidaridad de clase” en un yate y, además, se llevan
nuestras provisiones.
Sí, ya se sabe lo injusto que es
apremiar a quienes están trabajando; pero necesitamos presionar para que los políticos
adopten medidas encaminadas a solucionar los problemas acuciantes del que menos
tiene. Una hoja de ruta. O por lo menos una brújula que nos indique un camino
común. No busquemos un salvador.
Salvémonos nosotros mismos. Otra política es posible.
También se sabe que lo que distingue a la
izquierda de la derecha es el cuestionamiento continuo del propio pensamiento,
que sí, que ya charlaremos de filosofía política más adelante. ¡Pero que van
niños a la escuela con hambre! ¡Que a las familias las echan a la calle
quedándoles, además, una deuda de por vida! ¡Que estamos en occidente, en el
siglo XXI!
¿Por qué esa muchacha, con ese
pensamiento, sigue en ese partido? Se preguntan los más airados comentaristas
de blog, algunos articulistas, excompañeros de ella- ahora en otros partidos o
movimientos sociales- y demás izquierdistas. No entremos a valorar si el PSOE
es de izquierdas o si es más de derechas que la posición de un volante en un
coche británico; pero está claro que lo que es de izquierdas es la intervención
de Doña Beatriz. Entretengámonos, si queremos, en si hay que celebrar esas
reuniones en un hotel de esa categoría o en una chabola; y si deben viajar los
políticos en avión en primera clase o en burra, pero lo que sí debe de hacer la
izquierda es dejarse de tanto purismo e ir al tajo... pero rapidico. ¡Pero
desde dónde pueden cambiarse las cosas, maño mío! ¿Siempre desde fuera?
Pues nada, démonos de baja de todo lo
que no funcione como quisiéramos. ¿Les pongo unos ejemplos?: De la cuota
sindical (qué les voy a contar a ustedes de la fama de los sindicatos)-
ignorando y despreciando el trabajo abnegado de mis compañeros de comité- hacer
puñetas el sindicato. Qué contarles de las ONG -menudas sacaperras están
hechas, y además, en algunas campañas publicitarias y colaboraciones no estoy
de acuerdo; adiós a salvar niños ¡Pero si ahí donde convive el ser humano se da
la contradicción! No estamos ahora para sacarnos los colores unos a otros.
¡Estamos ante una emergencia! Y no por un desastre natural sino por la
actividad y actitud de algunas personas. Y no son precisamente personas como
Talegón o sus excompañeros o demás izquierdistas los que están contribuyendo al
desmontaje de esta España nuestra.
Algunos definirán este comentario como
pijoprogre –qué palabra tan de moda; o se está buscando comida en los
contenedores o ya se es un pijo-. Qué barato resulta descalificar a las
personas.
No les hagamos caso, bebamos el mejor
Cariñena posible y luego movámonos al ritmo de ese viejo baile y cantando: “Izquierda
izquierda derecha derecha”. Si nos ven nuestros hijos y nos preguntan por el
motivo de ese baile y de esa letra, les diremos que en los tiempos de esa
canción teníamos un futuro mejor que el que les vamos a dejar a ellos… ¡Hacia
atrás hacia atrás, un dos tres!
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