Los ciudadanos son los
que deben cambiar esta sociedad injusta y desigual.
Culpabilizar de todos
los males a políticos interesados e ineptos y a los poderes económicos, es como
culpar al matarife de que la carne no esté en buen estado. A ellos no les
conviene cambiar nada; les va de maravilla. Política y economía son
instrumentos al servicio de un bien común. Que estén al servicio de una minoría
privilegiada, perjudicando a los más necesitados y arrastrándoles a la marginación
social, es algo que la mayoría de la ciudadanía está consintiendo. Miedo,
acomodamiento, falta de compromiso y de empatía, desánimo, educación
individualista, coyuntura actual… cada uno tiene sus motivos para justificar su
apatía. Tan solo cuando les afecta directamente se mueven para intentar que no
cambie “su mundo”.
¿Y la ciudadanía
concienciada? Pues, mediante la pureza de sus ideas, intentando erosionar los
matices que unen y, de esta forma, dejar más fácil el camino para la minoría
privilegiada. Alentador ¿verdad?
¿Y si se une ambas
situaciones en una misma persona? Es decir, ¿ciudadanos concienciados y
problema que les afecta directamente?
Pues que son capaces
de emprender hasta una huelga de hambre. Ahí tenemos el ejemplo de los trabajadores del Sector de Limpieza de centros sanitarios
del Salud. Volverán a comer cuando readmitan a los compañeros despedidos.
Palabras mayores.
¿Por qué han llegado a
esa situación? Por haber iniciado una huelga indefinida. Una vez iniciada, los más
fuertes, emplean todos los recursos para ganar. No intentan una salida negociada
sino una humillada. Los despidos como instrumentos de intercambio -para más
información pregunten a los jardineros de Parques y Jardines, tienen
experiencia al respecto-.
¿Y qué pretenden
conseguir con dicha huelga? ¿Recuperar el poder adquisitivo perdido?
¿Más conciliación
familiar o aumento de permisos laborales? ¿Ir mejorando los derechos sociales
adquiridos? Ustedes pensarán que eso es lo lógico. Presionar para mejorar. ¡Es
que debería ser hasta obligatorio para el trabajador! Pues fíjense que ahora se
hacen huelgas para, como mucho, no perder o perder lo menos posible.
Y los trabajadores
haciendo suyos los argumentos de los poderosos. Siguiéndoles la cuerda en vez
de defenderse a sí mismos.
Pero no todos los
trabajadores actúan así, no. Hay algunos que hasta ponen en peligro su salud
por algo que nadie puede comprar: convicción.
Mientras dure la
huelga de estos trabajadores, cada bocado que se lleven ustedes a la boca debe
tener un sabor agridulce. Agrio por el sufrimiento de estas personas y dulce
porque ellas mejoran a esta especie que se llama a sí misma humana. Ellas sí
quieren cambiar esta sociedad injusta y desigual.
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