LA HIJA DEL JARDINERO
He de reconocer que, a veces,
no entiendo a mi padre. Será normal supongo, dada la edad que tengo –catorce
años son muchos años-. Dependiendo del momento creo que es un friki o una
excepción en este mundo loco. Cuando se lo digo, él me dice que en todo caso es
un “multifriki”. Dice que nos va bien, comparado con lo mal que lo están
pasando otras personas, pero no es conformado. “Se me haría difícil vivir si,
en el futuro, me reprocharas que había sido un pasota; no podré arreglar el
mundo pero que no quede por mí” - me dice.
A
menudo habla de la pasividad con la reforma laboral: “Llamaríamos a la policía
y nos pondríamos como fieras si intentaran robarnos en casa y, sin embargo, nos
quitan dinero de la nómina y los trabajadores ni nos inmutamos” -refunfuña.
También habla de lo harto que está de los políticos –a pesar de que dice que
son personas como los fontaneros, albañiles o abogados y que no todos son
iguales–. Noto cómo quiere convencerme de la utilidad de la política, aunque
sea otra política diferente a la actual.
No
siempre pero a veces sí me habla de su trabajo. Ahora me comenta las medidas de
protesta a las que va, puesto que está en huelga. Yo también voy, siempre que
puedo, con mi camiseta amarilla.
La cosa viene porque la gran
empresa para la que trabaja le ha recortado derechos y sueldo después de años
de esfuerzo y reivindicaciones. Me habla de millones de euros anuales que
quieren conseguir los directivos de la empresa; a costa del ayuntamiento o de
las nóminas de los trabajadores –o de ambos–. Yo le pregunto si antes trabajaba
más y ahora menos y por eso le descuentan dinero o si la empresa tiene menos
actividad. Él me dice que, a diferencia de otras empresas, ésta no se basa en
la productividad.
Me explica que a la empresa le han concedido de
nuevo la contrata –así la llama él– para cuidar las zonas verdes de la ciudad;
sabía lo que ganaban mi padre y sus compañeros y, pese a ello, les quitan dinero
porque quieren obtener los beneficios a costa de quien sea. Y también me dice
que el ayuntamiento es responsable porque dedica poco presupuesto para la
cantidad de zona verde que hay en la ciudad y no se atreve o no quiere
gestionar los parques directamente.
Yo
intento escucharle aunque no comprendo del todo algunas cosas, pocas. Y más
vale no preguntar porque entonces me hace una presentación con PowerPoint y
todo.
Aunque me queden cosas por entender, intuyo
que mi padre tiene razón. ¿Por qué la empresa coge algo que no puede mantener?
¿Cómo es que el ayuntamiento no actúa ante la situación de los jardineros?
¿Acaso no es el que tiene que decidir cómo se cuidan los parques?
Viendo
lo bien que les va a los jefes y a los políticos voy a decirle que quiero
estudiar Dirección de Empresas o Ciencias Políticas. Él me dirá que prefiere
algo relacionado con humanidades o arte. Lo dicho: a veces no entiendo a mi
padre.
Carta publicada en arainfo.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario