jueves, 12 de enero de 2017

Recomendaciones






"La vida ante sí" de Romain Gary es una re-recomendación. A una amiga le recomendó esta novela una compañera de trabajo y aquella me la recomendó a mí.
¡Ay, cuánto agradecimiento para las personas que todavía se atreven a extender algo de cultura! ¡Qué tiempos aquellos en los que uno elogiaba lo que le gustaba sin mirar quien era el destinatario de dicha recomendación! ¡Qué hermosa ingenuidad! Lo mismo podía recomendar El Quijote a un recién nacido que Los Soprano a alguien con el ánimo bajo mínimos (ya perdonarán ustedes la exageración).
Ahora, a los escasos seres dignos de recibir recomendaciones (ya perdonarán ustedes la pedantería), les ve uno tan saturados en su vida que parece hasta temerario indicarles un libro o película o una serie, etc. Uno teme que su corazón no pueda resistir un esfuerzo suplementario. ¡Vivimos una vida llena de emociones! Y, por otra parte, lo que antes era entusiasmo continuo y presto a ser compartido cuanto antes cuan agua al sediento, ahora se ha tornado remanso de tranquilidad, análisis y, ya sí eso, compartiremos el agua. Vamos, cuestión de convicción y desgaste más bien.
De ahí mi agradecimiento público a estas “recomendadoras” (aunque sea en este espacio bloguerino donde los millones de visitas compiten con los “youtuber” más prestigiosos (entrecomillado porque todavía la RAE no ha incluido la palabrita, sí está en el Oxford English Dictionary). Para que luego digan que los ingleses son cerrados.
Pero una recomendación puede quedarse en el disfrute de la misma -algo que no es poco, válgame el cielo- o seguir el hilo y, llevarte a otro disfrute, y éste a otro, etc.
Por ello seguí, más que el hilo, el camino seguro e iluminado que proporcionaba el descubrimiento de Romain Gary; y compré en mi librería de cabecera (Antígona), “La promesa del Alba”; novela autobiográfica del autor. Tan sólo con el párrafo que voy a regalarles a continuación ya merece la pena la compra del libro.
Pero antes quiero agradecer, a mis fuentes de referencia Blanca y Mª Pilar, que continúen con ese ánimo para recomendar sus gustos. Con el señor Gary han dejado el listón muy alto. ¿Cuál será el próximo? Les mantendré informados.

“De forma instintiva, sin aparente influencia literaria, descubría el humor, esa forma hábil y totalmente satisfactoria de desactivar lo real en el preciso momento en que va a caernos encima. A lo largo de mi camino, el humor ha sido para mí una fraternal compañía; le debo mis únicos instantes de auténtico triunfo sobre la adversidad. Nadie ha conseguido arrancarme jamás esta arma. Y apunto tanto de mejor grado contra mí mismo porque mediante el “yo” y el “mí” en realidad la tomo con nuestra más profunda condición. El humor es una declaración de dignidad, una afirmación de la superioridad del hombre sobre lo que le sucede. Algunos de mis “amigos”, que están totalmente desprovistos de él, se entristecen al ver que, en mis escritos, en mis conversaciones, apunto contra mí mismo esta arma esencial; estos listillos hablan de masoquismo, de odio de uno mismo e incluso, cuando mezclo en estos juegos liberadores a los que me rodean, de exhibicionismo y de grosería. Los compadezco. La realidad es que el “yo” no existe, que jamás apunto al “mí”, sino que me limito a saltar por encima cuando vuelvo hacia él mi arma preferida; a lo que ataco es a la condición humana, a través de todas sus efímeras encarnaciones, a una ley que nos dictaron fuerzas oscuras, como cualquiera de las leyes de Núremberg. En las relaciones humanas, este malentendido me ha resultado una fuente constante de soledad, puesto que nada te aísla más que tender la mano fraternal del humor a quienes, a este respecto, son más mancos que los pingüinos”.
                                                                                   La promesa del alba (Romain Gary)