jueves, 25 de marzo de 2010
viernes, 19 de marzo de 2010
Defensa de la emoción.
“Llegó a los cines el melodrama francés El concierto, que se permite la brutal
transgresión estética de colocar íntegro el concierto de Tchaikovski para
violín y orquesta interpretado por personajes a los que quieres y te emocionan.
Vayan con cuidado porque para la inteligencia mundial emocionarse hoy en una
expresión artística es sinónimo de cursilería”.
Escribía hoy, en el
diario El País, David Trueba a propósito de la película El Concierto.
Y es que cuando la
emoción coge la batuta, hace callar a la razón. Por unos momentos sientes, así,
nada más y nada menos. Resulta imperdonable que veamos –o incluso ni eso- pasar
la vida despreciando las posibles emociones. Emocionarnos hace aparcar la
realidad. Después, ésta, pisa el acelerador echándonos hacia atrás el flequillo
(el que lo tenga), así que se agradece el estacionamiento momentáneo.
“Una película imperfecta pero recomendable”, decía otro crítico en la radio.
Primero habría que ponerse
de acuerdo en cuáles son los parámetros que hacen valorar a una película como
perfecta; después ponerles una puntuación a cada uno de ellos, y luego –y he
aquí lo más importante- desestimar todo, puesto que haber quién es el que se
cree perfecto para valorarla.
Pero bueno, no seamos
tan tiquismiquis, supongo que se refiere a que no es una película “redonda” ni “una
obra maestra”.
Por mi parte, me trae
sin cuidado que no sea maestra, con ser una obra que me emocione me conformo. Y
eso sí lo consigue “El Concierto” de Radu Mihaileanu. Director también de
“Vete y vive” y “El tren de la vida”.
“Flashbacks innecesarios,
narrativa convencional y previsible” son otras de las opiniones de críticos. Algunas
veces por mis limitaciones y otras porque me pilla el cuerpo así, no veo los
supuestos errores de una película.
No me acuerdo si ya he comentado en otras ocasiones -ya perdonarán si así es- el efecto que produce
sobre mí (emoción) la unión entre imagen y música.
“Hoy se agradece que cierta
gente nos recuerde que en el imperio de los ojos, el oído también se merece
algún placer”. Termina su artículo Trueba.
Pues eso, si pueden vayan a verla.
jueves, 11 de marzo de 2010
domingo, 7 de marzo de 2010
Cien años de su nacimiento.
Se ha retirado el campo
al ver abalanzarse
crispadamente al hombre.
¡Qué abismo entre el olivo
y el hombre se descubre!
El animal que canta:
el animal que puede
llorar y echar raíces,
rememoró sus garras.
Garras que revestía
de suavidad y flores,
pero que, al fin, desnuda
en toda su crueldad.
Crepitan en mis manos.
Aparta de ellas, hijo.
Estoy dispuesto a hundirlas,
dispuesto a proyectarlas
sobre tu carne leve.
He regresado al tigre.
Aparta o te destrozo.
Hoy el amor es muerte,
y el hombre acecha al hombre.
Miguel Hernández.
“Aventando sus versos,
redondos y frescos como si hubieran sido escritos ayer y aquí, me uno a la
celebración del centenario de su nacimiento y rindo un fraternal homenaje al
poeta, al niño cabrero, al amigo desgajado, al amante exiliado, al padre
huérfano, a la víctima de las cárceles de la dictadura, al hombre que cada vez
que colgaba al sol los sueños, la vida le dejaba carbón, pero también me rindo
homenaje a mí y a todos y cada uno de nosotros.”
Joan Manuel Serrat.
miércoles, 3 de marzo de 2010
lunes, 1 de marzo de 2010
Memorias de amor y guerra.
He optado por creer que el futuro está preñado de
posibilidades por la sencilla razón de que creer me hace más feliz que
descreer. La historia es un largo proceso. Si uno logra adquirir la paciencia
para comprenderlo, encuentra satisfacción en seguir luchando por los pequeños
cambios que la empujan hacia delante. No se puede dar por perdido algo solo
porque no sucederá en el tiempo de la propia existencia. No podría vivir si no
creyera que la imaginación puede crear nuevas posibilidades.
“El País bajo mi piel”
(Gioconda Belli).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)