Se ha retirado el campo
al ver abalanzarse
crispadamente al hombre.
¡Qué abismo entre el olivo
y el hombre se descubre!
El animal que canta:
el animal que puede
llorar y echar raíces,
rememoró sus garras.
Garras que revestía
de suavidad y flores,
pero que, al fin, desnuda
en toda su crueldad.
Crepitan en mis manos.
Aparta de ellas, hijo.
Estoy dispuesto a hundirlas,
dispuesto a proyectarlas
sobre tu carne leve.
He regresado al tigre.
Aparta o te destrozo.
Hoy el amor es muerte,
y el hombre acecha al hombre.
Miguel Hernández.
“Aventando sus versos,
redondos y frescos como si hubieran sido escritos ayer y aquí, me uno a la
celebración del centenario de su nacimiento y rindo un fraternal homenaje al
poeta, al niño cabrero, al amigo desgajado, al amante exiliado, al padre
huérfano, a la víctima de las cárceles de la dictadura, al hombre que cada vez
que colgaba al sol los sueños, la vida le dejaba carbón, pero también me rindo
homenaje a mí y a todos y cada uno de nosotros.”
Joan Manuel Serrat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario