martes, 10 de noviembre de 2009

Kroke.



Como nos dice William Schuman en la introducción del libro de Aaron Copland titulado: ¿Cómo escuchar la música?
«.... la calidad apreciada de la música está claramente a merced de la calidad real de sus oyentes; por desgracia para la música, muchos oyentes se contentan con meterse en un baño emocional y limitar su reacción a la música al elemento sensorial de sentirse rodeados por sonidos. Pero estos sonidos están organizados, los sonidos nos hacen un llamamiento intelectual así como otro emocional. la aventura de aprender a escuchar la música es uno de los grandes goces del contacto con este arte».

Es al segundo concierto que asisto de este trío polaco (La traducción de Kroke  es Cracovia en yiddish).
Decir que interpretan música klezmer puede ser más orientativo que real. Han incorporado sus conocimientos jazzísticos y clásicos a música tradicional formando un estilo contemporáneo propio que no debe definirse tan sólo como judío.
La primera vez que los escuché en directo fue en el Audicon (Auditorio Eduardo del Pueyo).  Entre aquella vez y ésta del Teatro Principal hay diferencias. Cada concierto es diferente; no ya por el repertorio elegido sino por el ambiente que crean, en un sitio u otro.
La calidad de la música a merced de la calidad real de sus oyentes dice William Schuman. El teatro Principal de Zaragoza se llenó para oír a unos músicos entregados, sabedores de que gustan y se gustan.
Algunos asistentes no sabemos ni lo que es un Do sostenido (otras cosas sostenidas a lo mejor sí), por tanto quizá nos perdamos una mayor comprensión de la música y, por tanto, ese llamamiento intelectual de esos grandes músicos se quede en un llamamiento emocional y sensorial.
Bueno, no creo yo que sea poco. Mientras tanto seguiremos disfrutando, todo lo posible, de los sonidos organizados de grupos tan elegantes como Kroke.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fue un buen concierto.

Javier dijo...

Pues eso. A disfrutar.

Juan Carlos Ruesca Hernández dijo...

Eso es, Javier. A intentar disfrutar todo lo que se pueda.