lunes, 27 de febrero de 2017

Remunicipalización



         Reconozco que tuve mis momentos de debilidad cuando era joven. Me presenté a varias convocatorias para cubrir plazas en las diversas administraciones públicas, pero mi más que merecida fama de mal estudiante se acrecentaba cuando veía el resultado en las listas de aprobados. Eso, y otros condicionantes que definen a las oposiciones, hicieron que los ciudadanos no disfrutaran de un simpático celador o de un eficiente cartero, entre otras opciones perdidas.
       Conforme va pasando el tiempo se confirma que ser mal estudiante no tiene ventaja alguna pero sí la tiene no ser funcionario -al menos para el que tiene trabajo-. Un colectivo mal tratado, con fama de vagos, con “privilegios” que, según algunos airados ciudadanos, deberían quitárseles cuanto antes. Un solo funcionario ocioso e ineficiente y el altavoz mediático-ciudadano hace que todos y cada uno de ellos sean ociosos e ineficientes. No se aplica la misma vara de medir para con los empresarios, directivos o financieros, por poner unos ejemplos.
        En estos momentos trabajo en una contrata que presta sus servicios para el ayuntamiento de Zaragoza. Y como quiera que un partido político tiene el desparpajo y la desfachatez de querer cumplir con su programa electoral e intentar hacer más eficiente la gestión de los servicios públicos -ya aprenderán estos nuevos a hacer política y pondrán los pies en la tierra-, este trabajador desea tranquilizar tanto al contribuyente de la ciudad como a los concejales de los partidos políticos que están en contra de la remunicipalización de los servicios: ¡No puedo ni quiero ser funcionario!
        Señoras concejalas y señores concejales, tan solo quiero, y es lo que se le debe exigir a un político, que se gestionen mis impuestos de la manera más efectiva posible. Y eso no se consigue perpetuando el sistema actual de gestión externalizada. Pregunten ustedes a los que más saben. Los pueden encontrar, y muy accesibles, en los comités de empresa y, concretamente en este caso, en los parques de la ciudad. No les hará falta ni informes económicos ni jurídicos. Pregunten, pregunten a los trabajadores de las contratas lo que han hecho, durante años con los impuestos de los ciudadanos, las eficientes empresas. Eso sí, después de escuchar pónganse a defender los intereses de la mayoría de ciudadanos -aunque algunos de estos ciudadanos crean que quienes les defiende son las empresas-. Esa es otra.
     Termino con un deseo amistoso: No tengo ningún inconveniente en convertirme en amigo de cualquiera de las personas que han sido elegidas para representarnos, pero, aunque así fuera, no quisiera que me colocaran en puesto alguno. Me conformo con cumplir con mi trabajo y, a cambio, que se respeten mis derechos. Con mis amiguetes me tomo unos vinos, a ser posible y sin excluir otros, de Cariñena. Cuando quieran pueden sumarse. Yo invito. Así no se sentirán unos “pagafantas”.

                                                                                                 Juan Carlos Ruesca Hernández