jueves, 24 de septiembre de 2009

Italiano para principiantes.

ITALIANO PARA PRINCIPIANTES.

Una comedia romántica de Lone Scherfig.

Esto pone en la carátula del DVD (a veces, también la SGAE se beneficia de mis compras).

Es una película recomendada inteligentemente por Belia.

Fue Oso de Plata en Berlín en el año 2001, Premio del Jurado y Premio de la Crítica. En Valladolid el jurado le concedió la Espiga de Oro, Premio de la Juventud y Premio al Mejor Actor (Peter Gantzler, Jurgen Mortensen en la película).

Falta de afecto, dudas, torpeza, inseguridad, alcoholismo, soledad, eutanasia, la muerte, problemas con la conciencia…

No “te partes el pecho de risa” con esta película. Mantienes una sonrisa, que no es poco, producida por la fina ironía y por situaciones un tanto absurdas (por ejemplo, el equívoco en la iglesia cuando se celebran los funerales, o la antigua lesión de Mortensen que le impide realizar actividades amatorias en compañía pero no en soledad.

Esta obra es contenida, no es para espectadores con prisa, aún siendo Dogma no abusa en exceso de los movimientos de la cámara. Pero sí se ve espontaneidad y frescura.

Mención especial para Sara Indrio Jensen (la italiana de la película). Sus ojos negros son todo menos oscuros.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Explicación y retorno.

Uno de los motivos por los que decidí cerrar el blog era porque sentía que hacía trampas. No sé si a mí mismo, pero sí a los que lo leían.
La mayor parte de las entradas consistían en transcribir lo que otros opinaban. Sentía que desde la cómoda posición del confortable cuarto del ordenador, el sufrimiento ajeno lo digería con unas líneas en el Word.
Es todo tan absurdo. Mientras pensamos en cómo vivir, la vida pasa sin vivir. Y los más, malviven sin ni siquiera lo básico.
Otro de los motivos, y este sí es equivocado, fue el preguntarme ¿para qué?, ¿para quién? Después de los emotivos comentarios de Javier y Belia, me he respondido: tan sólo una persona que se moleste en entrar en un blog, leer las entradas y comentar las que le interesen, merece la pena. Aunque sea como desahogo personal. ¿Para qué? Pues para eso. ¿Para quién? Pues para esas personas.
Así es que vuelvo a las entraditas. Y es que no hay nada como sentirse seguro de sí mismo: hoy digo no, pasado mañana digo sí. Me atraen las personas que dudan. Eso sí, prometiendo que no volveré a “marear la perdiz”. No quiero parecerme a esos niños consentidos que, para llamar la atención y sentirse queridos, aprietan las tuercas a los “sufridos” padres.
Pese a lo dicho, dudo pueda cambiar de orientación el blog. Uno intenta ser consciente de sus limitaciones y habla o escribe de sus pequeñas o grandes obsesiones.
No quisiera terminar esta entrada sin agradecer a “los comentaristas” y a los que leen y no comentan que estén ahí, al otro lado. Ese otro lado, es también el mío.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Nueve.

Nueve son los apartados en los que Juan José Millás ha decidido dividir el reportaje sobre Cachemira del número 1.719 de El País Semanal.

Infierno en Cachemira forma parte de la serie de reportajes que Médicos Sin Fronteras y el País Semanal hacen conjuntamente para intentar acercar a los lectores los conflictos olvidados.

Uno disfruta de la ironía de Millás cuando lee sus artículos y demás escritos.

La ironía, al asociarse al sentido del humor, suele arrancar alguna sonrisa al lector.

Pero en este reportaje no creo se deba definir como ironía algunas frases imaginativas del autor. Y si es así como debe definirse, dicha ironía deja un poso terrible y tenebroso.

Por ejemplo: Además de los trescientos millones de dioses, todos en activo, en la India hay más de mil millones de individuos, dieciocho lenguas oficiales y más de mil dialectos. El número de millonarios, como el de pobres, es difícil de calcular, pero nueve de ellos (de los millonarios) están situados entre los cincuenta primeros de la lista Forbes (no hay de momento lista Forbes de los más pobres).

O este otro ejemplo: La carcasa de mi bolígrafo, fabricado en Tailandia, era transparente. Su depósito parecía un vaso sanguíneo, de modo que a medida que escribía con él acerca de la existencia cotidiana de los cachemires, daba la impresión de desangrarse, más que de consumirse. Todo aquí estaba escrito con sangre.

Juan José Millás, habitualmente, en este suplemento dominical, comenta una fotografía. Siempre con imaginación e implicación traza, mediante la escritura, los rasgos precisos que definen a las personas de la foto.

Seguidores de este blog, intenten ustedes definir los sentimientos de las personas que aparecen en esta fotografía.

Son, Juan José Millás y Abdul Ahad. Abdul aún busca a sus dos hijos desaparecidos en Nepal en el año 2000.

Hay imágenes que no engañan.