miércoles, 26 de febrero de 2020

38 días de huelga


UGT y la huelga de Parques y Jardines
Es triste y desalentador. Más de doscientos trabajadores entonando cánticos, en la puerta de la sede de un sindicato, en contra de los supuestamente defensores de dichos trabajadores. Es una sensación amarga y dolorosa, aunque no se pertenezca a dicha organización sindical. Sin los sindicatos el trabajador está muerto, laboralmente hablando. Es una realidad. Son los interlocutores válidos cuando hay cualquier negociación; nada, absolutamente nada, pasa sin la aprobación de los sindicatos. Prejubilaciones, ERES, convenios, pactos…, es la única comunicación con la patronal. Y si no es así, pónganse a temblar los carentes de representación sindical. Claro que es mejorable y criticable cualquier labor, pero los sindicatos mayoritarios son el reflejo de la sociedad y sin ellos el panorama no sería mejor. Y esto lo deberían saber hasta los representantes de los sindicatos minoritarios. Porque una cosa es querer cambiar las cosas y otra destruir las existentes. Dejando un hueco vacío mientras tanto.
Entonces, ¿por qué en el conflicto de Parques y Jardines, UGT está siendo criticada por los jardineros en lucha? Pues porque los delegados son encargados y mandos intermedios, o sea, puestos de confianza de la empresa. Y la empresa pone como condición en la negociación del convenio, que se refleje la consolidación de las contribuciones cobradas durante años ajenas al pacto laboral ¿Ahora se entiende un poco mejor? Y, ¿es legítima la petición de dichos mandos intermedios de consolidar la parte extra pactada entre ellos y la empresa, reflejándolo en el próximo convenio? Pues probablemente sí, pero si para conseguirlo, la empresa, lo emplea como intercambio en una negociación, siendo condición para avanzar en la misma, estarán de acuerdo conmigo en lo anómalo de la situación. No ponen no, los representantes empresariales, tanto empeño en que las jardineras recuperen el poder adquisitivo.
 ¿Este dinero, que hasta ahora pagaba la empresa a los encargados y demás puestos técnicos, de dónde saldría si se introduce en el nuevo convenio? Pues efectivamente, al estar integrado dicho convenio en los nuevos pliegos de condiciones, saldría de las arcas públicas. Es decir, además de beneficiarse del aumento salarial propiciado tras el conflicto, se incrementaría esa subida a la parte consolidada. Y todo esto lo consiguen beneficiándose de una huelga que no hacen ellos.
Así pues, la connivencia entre empresa y UGT no es sospechosa, es evidente. De ahí el enfado de la plantilla huelguista. ¡Ay! Más de un mes de huelga y lo que te rondaré morena…, o rubio; y un sindicato, supuesto defensor de los trabajadores, al ladico de la patronal contribuyendo a alargar un conflicto ya, de por sí, largo ¿A que es como para estar triste y desalentado?


sábado, 15 de febrero de 2020

Huelga de la plantilla de Parques y Jardines de Zaragoza


LA IRONÍA DE LOS HUELGUISTAS
Señores directivos, ustedes tienen una responsabilidad poco valorada.  Les odian y les critican porque no entienden su trabajo. ¿Qué sería de la compañía, en la cual ellos también trabajan, sin su talante negociador? ¿Comprenden estos huelguistas lo que le cuesta mantener a la empresa su ínfimo beneficio? ¿Son capaces de tener algo de empatía? ¿Creerán fácil gestionar, por una parte, lo que se recibe del ayuntamiento, en estos años el 40% más por estar la contrata vencida y, por otra, con el pago de unas nóminas tipo ejecutivo? Es duro ser incomprendido y más cuando se intenta, por todos los medios legales y morales, que doscientos cincuenta trabajadores dejen de sufrir los efectos de una huelga. Ustedes intentan convencerles y cambiar, por su bien, su actitud y los muy desagradecidos no les hacen caso.  Estos jardineros sabrán de cortar el césped y podar árboles, pero en cuanto a las cuentas y balances contables deberían dejar a los profesionales como ustedes. ¡Qué sabrán ellos de IPC, poder adquisitivo y demás términos económicos! Jardinero a tus jardines.
Son ambiciosas estas jardineras de Zaragoza.  No contentas con tener un trabajo, tienen la utópica pretensión de mejorar sus condiciones laborales y sus altísimos salarios. ¿Tendrá constancia alguna vez la ciudadanía de sus privilegios? Y ustedes intentan a través de los medios de comunicación mostrarlo, pero esos medios hacen mucho más caso a la clase trabajadora. ¡Qué impotencia deben sentir!
Ustedes van con mucha prisa para que doscientas cincuenta familias no tengan la incertidumbre de hasta dónde pueden estirar sus fabulosas reservas bancarias. Intentan, por todos medios conciliadores, evitar la disminución de sus cuentas en paraísos fiscales. Son veintiséis días de huelga absurdos que podrían acabarse si aceptasen sus generosas ofertas.
No hagan caso a El Roto cuando escribió en una viñeta: Los españoles nos entendemos gracias a la incomprensión.  Con los Jardineros en Lucha, y además armados con sus chalecos amarillos y trompetillas, no hay manera de entenderse. ¡Acepten sus pretensiones y que se fastidien! No son capaces de reconocer lo más conveniente para ellos. Pero para el próximo convenio que no cuenten con su inestimable sabiduría y, sobre todo, con su comprensión.
La ironía es un arma de doble filo, si no se conoce al que la emplea se le puede volver en su contra. Es una falta de respeto no acudir a negociar cuando unos trabajadores están de huelga con el propósito de mejorar sus condiciones laborales y mejorar el servicio. Ellos no están por placer recorriendo las calles para hacerse oír. Es legítimo y legal. Y tienen, como único objetivo, volver cuanto antes a su trabajo. Ven, señores directivos, este párrafo no tiene nada de ironía. Jardineros en Lucha también la emplean como herramienta reivindicativa. Es lo que tiene la inteligencia.

lunes, 3 de febrero de 2020

El tablero



Una jardinera colgó en las redes una fotografía de un peón empujando al rey en un tablero de ajedrez como alegoría de que el más débil va a vencer al más fuerte en la actual huelga de la plantilla de Parques y Jardines de Zaragoza.  Está bien infundirse ánimos mutuamente ante conflictos que tanto desgastan a los trabajadores. Quizá en esta ocasión consigan, al menos, mejorar sus reivindicaciones.
El fuerte, hasta ahora, siempre ha ganado. En todos los años que lleva la empresa actual prestando el servicio del mantenimiento de los parques y jardines de Zaragoza, no ha concedido ni un céntimo a los trabajadores ni una mejora en el servicio. Y solo por la resistencia de la plantilla no se han visto mermados todavía más sus sueldos y condiciones laborales. Recuerden la bajada del 21%, que se quedó en el 5% después de una huelga de un mes, y ahora dos años sin convenio y sin incremento, si quiera, del IPC; llevando, como protesta por ello, quince días de huelga.
Señores y señoras contribuyentes, sepan ustedes que, mientras tanto y en todos estos años, la empresa intermediaria del servicio no ha dejado de ganar dinero. Y ahora, que está en reconocimiento de obligaciones, todavía más. Todo legal, se supone. Pero quizá ese beneficio debería revertir en la ciudad de alguna manera: mejora del servicio, acceso de la mujer al trabajo, reinserción laboral, etc. Y no, únicamente, a engrosar los beneficios globales de la compañía.
Cuando una empresa hace alegaciones a una adjudicación, por no conseguir el contrato, será que le interesa seguir realizando el servicio. Está en su derecho, por supuesto. Como también está en su derecho el trabajador a reclamar lo que es suyo.
Al fuerte no le hace falta ayuda, pero oye, si le llega tampoco le viene mal, menos energía gasta para conseguir sus objetivos. Ahí están los poderes públicos, los cuales tienen que velar por el bien de todos los ciudadanos, incluyendo a los trabajadores de las contratas que también pagan sus impuestos, prestando esa ayudica a la empresa. Costándole más al débil salir del conflicto. El por qué el débil no es el fuerte, pudiendo serlo, también debería ser motivo de reflexión.
 Si se ponen trabas al avance de los peones mediante su división, éstos no podrán ni siquiera intentar tambalear al rey. Y en esa están los Jardineros en Lucha; jugando la partida honestamente respetando las reglas del juego pese a las intenciones del Ayuntamiento de cambiar el tablero.