viernes, 11 de diciembre de 2009

Presión.



Pasado. Año 1955.
Rosa Parks fue la mujer negra que se negó a ceder su asiento en el autobús a un blanco. Desafió a la racista ciudad de Alabama e impulsó con su gesto el movimiento que extirpó la segregación en EEUU.
Su arresto encorajinó a los habitantes negros de esa ciudad. Todos unidos, boicotearon los autobuses durante trece meses consiguiendo que el Tribunal Supremo de EEUU, declarara inconstitucional la ley “Jim Crow”, que consideraba a la comunidad negra de segunda clase. Su detención también impulsó manifestaciones masivas, hicieron famoso a Martin Luther King y transformaron a la sociedad norteamericana.


Presente. Año 2009.
El Congreso de los Diputados español, a iniciativa de Esquerra Republicana con aceptación del Partido Socialista, hace una petición al Gobierno para que traslade una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre la retirada de los símbolos religiosos de los colegios. La presión de la patronal de colegios privados CECE, la asociación católica de padres Concapa, la jerarquía de la Iglesia católica, el Partido Popular, Convergencia y Unió y lo poco oportuno que lo consideran la mayoría de los ciudadanos, hizo declarar al presidente, José Luis Rodríguez Zapatero que “no está en los planes del Gobierno retirar los crucifijos de los colegios”.



Futuro. A la presión, realizada durante años mediante el intento de concienciación, de diversas ONGs, se ha unido la presión de millones de ciudadanos de todo el planeta para cambiar el hecho de que mil millones de personas pasen hambre. Los políticos y poderes económicos de los países ricos ya no pueden poner como excusa la poca demanda social para realizar el cambio. El cambio es instigado por la propia sociedad civil. O sea, que a todos y a cada uno de los que conformamos la sociedad civil consideramos intolerable que, con los medios disponibles hoy en día, haya seres humanos que mueran de hambre. Y, con esa mentalización, presionamos a los que nos gobiernan y no toleramos que conductas avariciosas cierren la puerta a los más desfavorecidos.

La presión ejercida por las personas en el pasado y en el presente ha demostrado que una tendencia puede cambiar. La presión, para cuestiones como la hambruna, no puede esperar al futuro.
Vaya, quería haber hecho una reflexión sobre lo útil de la presión y me ha salido un panfleto demagógico.
Fíjense queridos seguidores del blog como muchas veces, cuando escuchen hablar a alguien de ciertos temas universales (derechos humanos, injusticias, etc.), se le achaca que es demagogo.
Los idealistas con visión de la realidad son los utópicos del presente.

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