miércoles, 7 de diciembre de 2011

Da lo mismo de donde venga... o no.


Desconozco de donde vino la recomendación. Cuando escucho alguna, la memorizo en el móvil o la apunto en cualquier trozo de papel que tengo a mano. Se puede pasar mucho tiempo hasta que dichas anotaciones las vuelvo a ver.
Me sabe malo porque es de bien nacidos ser agradecidos.
“Vive como puedas” de Joaquín Berges la tenía apuntada en el móvil, es posible que la recomendación partiera de algún programa de radio.
Es un libro divertido e irónico –quizá resulte divertido por ser irónico–.
Empecé a leer el libro de Berges al lado de mi hija preferida –ella también leía– y mis risas le hicieron parar su lectura.
Esta vez no me preguntó dónde se me había perdido el tornillo -para intentar reponerlo cuanto antes-, se interesó por el motivo de mi alegría desmesurada, traducida en carcajadas.
Le leí algún párrafo que su edad soportara –como si yo supiera lo que puede soportar una niña de doce años, cuántas cosas hacemos por intuición– y también se río.
Los lectores ya sabrán la influencia del estado de ánimo para con la lectura. Lees el mismo libro en etapas diferentes de tu vida, y el efecto puede ser totalmente diferente de una vez a otra. Por tanto, puede que no ejerza el mismo efecto con ustedes.
Se lee con facilidad, pero no es este un libro ligero. Si se entiende por ligero la ausencia de ideas hilvanadas y el acopio de gracias soeces. Empleemos un símil gastronómico: es un plato agridulce, con sustancia, con especias y con un amargor que no impide que se coma bien.
No es complaciente, siendo divertido. ¿No es esto la vida? Puede ser divertida en ocasiones y, en otras muchas, amarga. ¿O es amarga e intentamos divertirnos para hacerla más soportable?
En “Vive como puedas”, menciona la película “Vive como quieras” de Frank Capra. Fueron muchas las risas producidas a mi familia cuando, en la casa del abuelo Vanderhof y al ritmo de la danza Húngara de Brahms, se baila alrededor de la mesa, se pinta a un modelo vestido de Discóbolo, el abuelo lanza dardos y, todo ello bajo la mirada sorprendida de una familia de la alta sociedad.
Lean el libro de Joaquín Berges y vean la película de Frank Capra.
A ver si no hacen como yo, y ustedes se acuerdan de donde vino la recomendación.

(1)  http://youtu.be/9Dll3AvMBBc?t=31s

(2) http://youtu.be/c-dzQ3QEawM

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por tus recomendaciones,pero acaso,no tiene su señoria bastantes ratos de ironia hilados con pequeños fragmentos de la que podria ser la mejor pelicula de Buñuel.
Todo este rollete va con total ironia y como la ironia es una de nuestras armas predilectas deberemos de abrazarla a modo de lectura.

Zinco Billas

Juan Carlos Ruesca Hernández dijo...

"Los próximos días 15 y 16 de diciembre se celebrará en Alicante el Simposio Internacional sobre la ironía y el humor. Los investigadores del grupo (http://www.griale.es) constatan que se generaliza el uso de la ironía."

Sergio dijo...

Muy cierto lo de la evolución de la persona en relación a los libros. Hay edades y edades. Y también lectores y lectores. Por ejemplo Ingmar Bergman ya exploraba -y a tenor de lo que mostraba en sus películas... lo entendía- a Nietzsche y a Dostoievski cuando otros aún estábamos, y con mucho orgullo, con Mortadelo y Filemón, o Zipi y Zape.

Mis primeras incursiones en el mundo interior y que nos pertenece a todos llamado Dostoievski fueron a través de "El jugador". Una novela de baja intensidad, que me perdonen los entendidos, en comparación con esa triada que representa "Crimen y castigo", "Los hermanos Karamazov" o "Los demonios". No era YO quien las leía con quince o veintitrés? Desde luego que no. YO no.
Seguramente cierto tipo de madurez, con su cierta idea de sufrimiento totalmente apresada, sea más que necesaria, y por definición todo un rasgo de personalidad, para acceder a según que ideas que de alguna que otra forma, más ingenua, más vaga, quizá hasta más plena de vitalidad ya subyacía dentro de nosotros. Solo hacía falta abrir la tapa (o la caja de Pandora). Es lo que me apasiona de la literatura, esa versatilidad para exprimirnos, para conocernos, para odiarnos y querernos. Es abrir puertas, elevar la potencia.
La filosofía ya incluso permite abrir otras vías, penetrar otros campos, después de una larga espera asaltar una caravana repleta de provisiones en mitad de la nada.

Y qué grande Frank Capra! Ese era el Hollywood que no anteponía la calidad a la rentabilidad. ¡Cuánto le deben las películas de Kusturica a su cine!

Y como colofón, y no sin antes mandarte un saludo, y también a José, te dejo este enlace de una cellista maravillosa de ese país que ya no sale en los medios: Islandia.

http://www.youtube.com/watch?v=NmZ2pAFbXsE&feature=related

Música para despedir el 2011. Pura decadencia, en el sentido más estricto y bello del término.
Como advertía Tolstoi: cuidado con los cantos de sirena de la MÚSICA, una droga aniquiladora.

pd- A ver si puedo echarle un vistazo al libro primero y después me lo compro.

Juan Carlos Ruesca Hernández dijo...

Gracias Sergio. La literatura como placer... y como terapia.