viernes, 6 de noviembre de 2009

Aborto II.

La Opinión de Gabilondo: 22 de octubre

La conocida popularmente como “Ley del aborto” se llama ley exactamente “Ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo”. Antes de mencionar la palabra aborto, la ley se ocupa in extenso de información y educación sexual, salud reproductiva, corresponsabilidad en las conductas sexuales, prevención de enfermedades e infecciones, prevención de embarazos no deseados, con actuaciones dirigidas especialmente a la juventud, y compromete a los poderes públicos en un ambicioso programa de divulgación y educación en esta materia.
Sólo después se ocupa del aborto. Podría decirse, y así hubiera debido explicarse, que el objetivo de la ley es lograr una sociedad madura, bien informada, preparada para vivir su sexualidad con libertad, respeto a los demás, y sentido de la responsabilidad, afín de evitar del fracaso y el drama de un embarazo no deseado. Al llegar a este punto, y no antes, el legislador se detiene en las circunstancias relacionadas con el aborto, de las que llevamos semanas hablando, discutiendo y protestando en las calles. Pero ni en el Parlamento ni en los medios ni en la calle se ha dedicado un sólo minuto al capítulo primero.
Y es casualidad que los sectores más conservadores, los que se alzan airados, abarrotados de doctrinas y preceptos cuando el embarazo no deseado se produce, los que pasan de puntillas, pudibundos, sin atreverse a mirar, por la realidad del sexo antes del embarazo. Y que cuando lo hacen es para prohibir, prohibir todo, desde la práctica del sexo hasta que se hable de él o incluso que se recomiende el uso de los preservativos.
La chica de 16 años, la protagonista de la durísima controversia actual, sólo parece interesarnos cuando la vemos embarazada. Entonces es cuando reclamamos que aparezcan los padres y toda la corte política, social y celestial. ¿Y antes? ¿Dónde estaban antes? De esto también se ocupa la ley. Y sería bueno que nos ocupáramos todos."


 Comentarios:

Publicado por: Chica de casi 16.
Magistral, simplemente magistral. Nunca en tan pocas palabras había escuchado una opinión tan reveladora. Tengo 17 años, y estoy a favor de la ley del aborto. Para nadie es agradable abortar, para nadie. Por ello, a pesar de que hay montones de medios antes de eso, hemos de dejar un margen de decisión para aquellas situaciones que no conocemos, para quienes por desgracia se ven en la situación de abortar . Yo no me considero capaz de decidir sobre la vida de nadie, por ello, que repeten a quien se tiene que ver en esa durísima situación y más que censurar, si no quieren abortar, que no lo hagan, pero que no nos manchen con su hipocresía.
Iñaki, un placer escucharte.
Saludos
Publicado por: Mara Dominguez.
Precisamente hoy recibí este artículo en un correo, el sentido común y algo en mi interior me dice que tiene coherencia y razones, lo que en el día de hoy ha quedado fuera en esta sección de noticias cuatro:
Mariló Montero es periodista, esposa (de Carlos Herrera, también
periodista) y madre (de una adolescente).
Es por esta última faceta por lo que más capacitada la veo para decir
lo que ha escrito en este magnífico artículo: No se lo digas a mamá
DIARIO DE SEVILLA 21/03/09
Me gustaría saber la identidad de los nueve expertos en los que la
ministra Bibiana Aído se escuda para defender que una niña de dieciséis años puede abortar sin consultar con sus padres.
Me gustaría saber de qué son expertos y si son padres y madres. Me gustaría saber en qué se fundamentan para decir que dejar tan dramática decisión en manos de una adolescente aterrada es lo mejor para ella. Me gustaría saber si se han parado a pensar que esa criatura, tras mantener una relación sexual precipitada, va a empezar a sufrir lo que la literatura científica ya ha diagnosticado ante un aborto.
El síndrome de aborto reúne quince síntomas psicológicos que van desde la angustia al sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, los terrores nocturnos, la depresión, los trastornos de alimentación o de la vida sexual. Síntomas que pueden llegar a aparecer, dicen los psicólogos de la Asociación de Víctimas del Aborto, incluso años después de haber abortado.
Me gustaría saber con qué valor lanza la joven ministra Aído, con una
sonrisa, como quien anuncia un anticonceptivo novedoso, que una niña de dieciséis años está tan capacitada para abortar como para casarse.
Una niña de dieciséis años no está capacitada para abortar ni para
casarse, por mucho que se esté normalizando lo que son parches en la vida.
Una cosa es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la familia.
Me gustaría saber quién le va a informar a una adolescente de dieciséis años de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a los padres y también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia.
¿En la mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé? Me gustaría saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a las que nos enfrentamos para conquistar la confianza de nuestros hijos en la difícil adolescencia.
Me gustaría saber el protocolo de actuación que se llevará a cabo
cuando una niña de dieciséis años acuda al centro para abortar y cómo será tratada. Me gustaría saber qué pretenden con esta propuesta de ley, que autoriza a que se rompa la confianza entre hijos y padres. Y me gustaría saber qué se pretende de los padres el día que nuestra hija decidiera abortar en soledad. ¿La recibimos con un aplauso? ¿Le damos sopa caliente? ¿Le preguntamos si llegó a ponerle nombre? ¿O quién habría sido el padre? ¿Debemos obviar el tema, o celebrarlo con una barbacoa? ¿Trae esas instrucciones la nueva reforma de la ley del aborto? Una cuestión más: ¿meterán en la cárcel a una madre que le discuta esa decisión a su hija adolescente? O es la ley del "no se lo digas a mamá porque no la
necesitas". Señorita Aído, me gustaría saber si mi hija ha abortado sola.
Porque soy su madre.


Un derecho, no una obligación

JOSEFINA MUSULÉN GIMÉNEZ 08/11/2009

Las últimas protestas antiabortistas nos muestran de qué forma la Iglesia y ciertos poderes públicos están utilizando este tema para coartar la libertad de las mujeres. Parece que las mujeres seamos siempre menores de edad y las decisiones las tengan que tomar por nosotras, paternalismo hipócrita.
El aborto es un derecho de las mujeres y no una obligación. ¿Verdad que sería una aberración obligar a alguien a que abortase? Pues es exactamente la misma aberración que supone obligar a alguien a tener un hijo. La doble moral imperante define como algo horrible que las chicas de 16 años puedan abortar, pero no le parece tan mal que las chicas de 16 años sean madres sin desearlo.
Dejémonos de hipocresía, de doble moral y, sobre todo, dejemos a las religiones fuera de la escena pública. Se hacen miles de abortos todos los años en España; esas mujeres tienen derecho a un aborto seguro, en la sanidad pública y con la ley de su parte.
Y a los antiabortistas recordarles que todos sabemos quién abortaba cuando había que pagar un billete de avión a Londres. Respeto para las mujeres.



Sección del diario El País (8-11-09). Cartas al director.

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