jueves, 15 de noviembre de 2007

Entrevista a Emilio Lledó



El domingo leí una entrevista de Juan Cruz al filósofo Emilio Lledó y supe que cumplíamos años, él y yo, el mismo día. 80 él, 45 yo. Todo un honor para el profesor. Aunque, como todos sabemos, la fecha y el lugar de nacimiento es circunstancial.
A continuación resumo la entrevista. Si le interesa a alguien entera no tiene nada más que comunicármelo vía comentario en el blog.




P. Usted denuncia. ¿Y sirve para algo denunciar?


R. Me temo que no. Pero no hay que perder la esperanza. Porque si ya ni siquiera denunciamos, se nos acaba el derecho al pataleo. Hay que protestar. Y creo que hay cosas que calan a la larga en la vida de los seres humanos.


P. Otra esperanza suya es seguir sabiendo. ¿Para qué?


R. Para entender. Idea significaba "lo que se ve con los ojos". Las ideas no eran unas cosas flotantes que se habían inventado unos seres extraños que se llaman filósofos. Idea es lo que se ve. Ver con los ojos, pero con los ojos del cuerpo. Entonces, entender, aprender, es una forma de mirar, y eso es la esencia de la vida. En el momento en que no sepamos mirar, aprender, que no tengamos el alma navegable, como decía el poeta, para que nos circule esa experiencia del mundo, no tiene sentido la vida humana.


P. Entender, menuda tarea.


R. Todos los seres humanos tendrían que entender; nos eleva sobre la miseria moral. Ése es uno de los retos de la humanidad, acabar con la miseria. ¿Cómo tener esperanza en este mundo desesperanzante? Con la libertad. Pero la libertad hay que entenderla muy bien. La libertad es la posibilidad, una puerta, un horizonte, un paisaje. Entender, entender todo esto, da mucha marcha. No sé si soy optimista, pero desde luego no soy pesimista. Creo que la característica del fascista es el pesimismo. El desprecio al otro, la ignorancia del otro.


P. ¿El fascista es pesimista?


R. No necesariamente, pero falsifica para justificarse. Esa gente que crea maldad, crueldad, tortura..., ellos mismos son su propia tortura. La maldad empieza y acaba en ti mismo. La agresividad y la violencia son espitas, uno suelta la maldad que tú tienes ahí, pero esa maldad te está matando también a ti.


P. Cuando usted dice esas cosas, ¿tiene un nombre propio en su mente?


R. Pues no. No. Algunas tipologías.


P. ¿Dónde están esas tipologías?


R. En ciertas zonas de poder, de poder mediático. Iba yo en el taxi, y qué cosas escuché. ¿Cómo se ha hecho esa mente? Para decir esas monstruosidades una tras otra, ¿qué puede haber en esa mente?


P. Respóndalo usted.


R. Hay ignorancia, discursos inasimilados. Falsos discursos. Incapacidad para interpretar, para entender. No querer interpretar, no saber leer. La mente se convierte en una cápsula de la nada.
P. ¿Y qué pasa para que esas mentes se dejen agredir?


R. Puede haber un entrenamiento de la maldad, desde la escuela. Por eso es tan importante la educación en la libertad, en la posibilidad. Me sorprende el escándalo que provoca Eduación para la Ciudadanía. Pero, ¿por qué escandalizarse?


P. ¿Vivimos, pues, un momento alarmante en la sociedad española?


R. Sí. Hay cosas que realmente me escandalizan mucho. Una es el no cultivo de la sensibilidad de los jóvenes. El abuso de la tecnología. El otro día venía en tren y había tres o cuatro niños con sus maquinitas. ¡Ninguno miró el paisaje, que era maravilloso! Eso es patología pedagógica total. Naturalmente, cuando yo era niño, niño de la guerra, me pintaba mis propios tebeos. Eran tebeos bélicos, estábamos en guerra; pero no tenían nada que ver con el chorreo de bestialidad al que están sometidos los jóvenes, los niños, ahora.


P. ¿Qué hacer?


R. La revolución de la lectura. Es verdad que hay intereses poderosísimos para que ese mundo tecnológico impere. El mundo tecnológico es importante, pero hay que atemperarlo.


P. ¿Y cuáles son las alarmas que ahora se le encienden cada día?


R. Las alarmas derivadas de los problemas de la educación, de la cultura, de la lectura, de la creación de ideas, de los valores. Hay que inventar una nueva forma de humanismo para que los seres humanos tengamos esperanza. Para seguir pensando.


P. Don Emilio, ¿qué le parece a usted esa larga relación de la Iglesia con el Estado, en la que la Iglesia tiene también que ver con las cosas civiles?


R. Para mí, la Iglesia no tiene que ver nada con las cosas civiles. Pero es obvio que se siente con derecho a incidir en ellas. Me lo preguntas en un mal momento. Mira lo que está pasando con la memoria histórica. Por favor. Pero claro que tiene que haber memoria histórica. Un país que no tenga memoria, ¿qué es un país que no tenga memoria? ¿No decimos que el alzheimer es una mala enfermedad individual? ¡Pues el alzheimer colectivo es mortal! ¡Dicen que la memoria histórica abre heridas! No se abren heridas.


P. Irritado está, don Emilio.


R. La irritación es importante. Si estás apaciguado vas mal; un poquito de guerra dentro de ti mismo es saludable. A unos les hace libres, a otros les hace esclavos.

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