jueves, 24 de junio de 2010

José Saramago.

Hubo un tiempo en el que apuntaba en una hoja las frases y pensamientos que me parecían interesantes mientras leía los libros. Paraba de leer, escribía la frase y continuaba con la lectura.
Sé que hay quien subraya la parte de los libros que le interesan, pero yo prefería el apunte en la hojica. Después, una vez acabado el libro, introducía, en la base de datos Access, los datos del libro leído; autor, editorial y todas las frases extraídas y copiadas en la hoja.
Cuando ahora me encuentro más “espeso” a la hora de argumentar algo, estoy seguro que, a parte del tiempo... del tiempo que lleva uno vivo, es porque he dejado de copiar las frases.
Los que tenemos poca memoria usamos como recurso recordar continuamente, como beber pequeños sorbos hasta agotar el vaso. Y la recopilación de frases me servía para ello.
Quitando los libros de ensayo –me acuerdo que empecé a copiar pensamientos y frases de “El valor de educar” de Fernando Savater y no hacía otra cosa que fotocopiar el libro, solo que a mano- muchos libros  de la estantería tienen aún los apuntes de cuando la pereza no se me había presentado aún como sinónimo, equivocado, de comodidad.

Cuando leía a José Saramago no podía copiar la frase entera –tenía tantas frases, tantas ideas y pensamientos que se acercaba a lo que me pasaba con los ensayos–. Entonces opté por poner las primeras palabras de la frase y luego, entre paréntesis, el número de la página donde estaba escrita. Hacía más ágil la lectura y, pensaba yo, tiempo tendría después de buscar en el libro las líneas reseñadas.
Por ejemplo: Dios es el silencio (pág. 11), No habrá paz en el mundo (pág. 16), etc.
“Cuadernos de Lanzarote” es un diario escrito por Saramago, comprendido entre el 15 de abril de 1993 hasta el 31 de diciembre de 1997. Es de ahí de donde he puesto los ejemplos. En este libro, debido a las vivencias diarias escritas por el autor, apuntaba incluso las páginas enteras. Ejemplo: 3 de julio (pág. 352-353). 

Uno necesita referencias. Saber que hay cosas que se piensan que no son un disparate. Que no se está sólo. Por lo menos en la identificación del pensamiento. Sí, yo me identificaba mucho con la idea de lo que debía ser la humanidad para José Saramago. Era una referencia.

Baste un último ejemplo, éste completo, de la página 456 de Cuadernos de Lanzarote I (1993 – 1994):
Es urgente regresar al pensamiento socialista, que no existe otro camino que pueda restituirnos, de forma plena, o al menos satisfactoria, un sentido humano, humano auténticamente, de dignidad y de solidaridad. Y que –digo yo ahora- no debemos aceptar que la justa acusación y la justa denuncia de los innumerables errores y crímenes cometidos en nombre del socialismo nos intimiden: nuestra elección no tiene por qué ser hecha entre socialismos que fueron pervertidos y capitalismos perversos de origen, sino entre la humanidad que el socialismo puede ser y la inhumanidad que el capitalismo siempre ha sido. Aquel “capitalismo de rostro humano”, del que tanto se habló en décadas anteriores, no pasaba de una máscara hipócrita. A su vez, el “capitalismo de Estado”, funesta práctica de los países llamados del “socialismo real”, fue una caricatura trágica del ideal socialista. Pero ese ideal, a pesar de tan pisoteado y escarnecido, no murió, perdura, continúa resistiendo: tal vez por ser, simplemente, aunque como tal no venga mencionado en los diccionarios, un sinónimo de la esperanza”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay algunas personas que son para nosotros una referencia, una guia, que ponen las palabras justas a los sentimientos a los pensamientos, que nos llegan porque se cargan de razón, porque están en contacto con la realidad, porque ven las cosas desde la misma posición. Saramago era una de esas personas y se nos murió.Por un momento parece que nos encontramos perdidos, pero solo es hasta que aparezca una nueva luz. A veces la luz somos nosotros mismos y lo que hagamos.
Saramago dijo que habría que borrar del diccionario la palabra autopia, porque pertenece al futuro, a lo que será, pero lo que importa es el hoy y lo hoy hagamos para mejorar el mañana. Mer

Juan Carlos Ruesca Hernández dijo...

De los escritores, vivos o no, tenemos sus escritos. No es tenue luz.