Y a los miembros más veteranos de
esta sociedad del siglo XXI les pido y casi les exijo que dejen de estar
mediatizados por el miedo, la timidez, la trivialidad de los compromisos
sociales, por las falsedades religiosas, por las actitudes pasivas que nos
asemejan a una especie de avestruz humana que esconde la cabeza debajo del
forro de la chaqueta y que se tapa los oídos y los ojos para no vivir lo que
ocurre ante nuestros ojos, siguiendo el lema de “ver, oír y callar”.
Este
ejemplo es nefasto para las generaciones más jóvenes. Si hemos contribuido a
crear espacios en los que la responsabilidad y el compromiso son inexistentes y
a que las expectativas de futuro sean más bien escasas, pongámonos las pilas y
hagamos algo para corregirlo y resucitar el interés por lo público, por lo
social y por lo político.
Me dan
igual la profesión o el empleo del sujeto, pero siempre existirán categorías de
personas: unos, los que sobreviven; otros, los que viven del esfuerzo de los
demás; otros, los que se esfuerzan, y por último aquellos que simplemente son
espectadores. Con ser malos los que se aprovechan de los demás, estos últimos
(los espectadores) son los más perversos porque para ellos todo acontece como
en una película. Pagan su entrada y ello les da derecho a un sitio preferente
para disfrutar del espectáculo y criticarlo, pero sin participar en él; cuando
termina la representación, se marchan a su casa en su cómodo vehículo y
continúan viviendo en el magma amorfo y vacío de una prosperidad diseñada por
hábiles manos que todo lo vuelven, que todo lo saben y que todo lo controlan.
Por
desgracia en el mundo occidental actual hay demasiados espectadores y pocos
protagonistas. Vivimos en una sociedad epidérmica preñada de superficialidad en
la que a quienes se comprometen y pelean por mejorar y cambiar las cosas se los
persigue y aniquila.
Baltasar Garzón
(Reacciona).
No hay comentarios:
Publicar un comentario