miércoles, 18 de mayo de 2011

Reacciona III



Y a los miembros más veteranos de esta sociedad del siglo XXI les pido y casi les exijo que dejen de estar mediatizados por el miedo, la timidez, la trivialidad de los compromisos sociales, por las falsedades religiosas, por las actitudes pasivas que nos asemejan a una especie de avestruz humana que esconde la cabeza debajo del forro de la chaqueta y que se tapa los oídos y los ojos para no vivir lo que ocurre ante nuestros ojos, siguiendo el lema de “ver, oír y callar”.
                Este ejemplo es nefasto para las generaciones más jóvenes. Si hemos contribuido a crear espacios en los que la responsabilidad y el compromiso son inexistentes y a que las expectativas de futuro sean más bien escasas, pongámonos las pilas y hagamos algo para corregirlo y resucitar el interés por lo público, por lo social y por lo político.
                Me dan igual la profesión o el empleo del sujeto, pero siempre existirán categorías de personas: unos, los que sobreviven; otros, los que viven del esfuerzo de los demás; otros, los que se esfuerzan, y por último aquellos que simplemente son espectadores. Con ser malos los que se aprovechan de los demás, estos últimos (los espectadores) son los más perversos porque para ellos todo acontece como en una película. Pagan su entrada y ello les da derecho a un sitio preferente para disfrutar del espectáculo y criticarlo, pero sin participar en él; cuando termina la representación, se marchan a su casa en su cómodo vehículo y continúan viviendo en el magma amorfo y vacío de una prosperidad diseñada por hábiles manos que todo lo vuelven, que todo lo saben y que todo lo controlan.
                Por desgracia en el mundo occidental actual hay demasiados espectadores y pocos protagonistas. Vivimos en una sociedad epidérmica preñada de superficialidad en la que a quienes se comprometen y pelean por mejorar y cambiar las cosas se los persigue y aniquila.

Baltasar Garzón (Reacciona).

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