lunes, 22 de agosto de 2011

Trabajadores sin plumas


         Los trabajadores no necesitamos plumas como el pavo real para destacar, somos inconfundibles. Al amanecer se nos puede ver en los transportes públicos, en silencio, todavía somnolientos y ojerosos, preocupados - ahora más que nunca - porque al tener trabajo nos tachan de privilegiados. A los funcionarios les delata la mirada huidiza de los culpables.
         Dicen que hay crisis y, aunque los sueldos de miseria y las penosas condiciones laborales las venimos arrastrando desde siempre, algo sí ha cambiado. Con la crisis nos han inculcado una dosis extra de miedo que nos ha debilitado para defender los derechos laborales y sociales, y nos hemos vuelto más egoístas.
         Despiden injustamente a un trabajador, a un compañero, y lejos de indignarnos y mostrar solidaridad, se minimiza el hecho, incluso se justifica mientras se respira aliviado porque esta vez no le ha tocado a uno. Qué pereza da tener que hacer algo, nos sentimos incómodos, queremos estar tranquilos, pasar desapercibidos.
         Para nuestra “protesta” pediremos el correspondiente permiso porque no deseamos alterar el orden público y que parezca que estamos celebrando un triunfo futbolístico. Queda descartado recorrer las calles con cánticos y banderas, como si fuésemos a recibir al Papa, y pegar carteles que estropeen el mobiliario urbano. En la Plaza de España nos situaremos con nuestra pancarta en una esquina, para no molestar, y si viene la prensa y la televisión soplaremos pitos y gritaremos, no muy alto, “si esto no se apaña, caña, caña, caña”, a ver si con suerte sacan en las noticias regionales diez segundos de nuestra “acción reivindicativa”.
         Los trabajadores somos inconfundibles aún sin plumas. Se nos puede ver, resignados y amedrentados, escondiendo la cabeza bajo el ala.


                                                José Abad Nicolás (Heraldo 20 de agosto de 2011)

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