Durante veinticuatro días, él ha centrado su energía en la
resolución de un conflicto laboral.
Los correos recibidos en su ordenador, si no tenían que ver
con ello, los aparcaba y se centraba en los que sí tenían que ver con el
problema.
Todo giraba alrededor de la situación anómala (derecho a la
huelga parece ser sinónimo de “enfermedad social-laboral”) -merecería una
reflexión el por qué cuando un trabajador ejerce un derecho democrático, se siente
amenazado y tiene miedo-. Otro trocico de democracia pisoteado y asumido como inevitable.
Van tantos que, al final, nos vamos a quedar sin tarta.
Pero, una vez terminada y conseguida la reivindicación, había
que leer y prestar atención a los correos.
Ser socio de seis ONGS tiene alguna ventaja añadida –y no es
la de lavar conciencia alguna-. Nunca le falta material para leer.
A los boletines vía correo ordinario, se le añaden los
correos electrónicos. Información ésta, más rápida y actualizada:
MÉDICO SIN FRONTERAS: Chagas:
miles de enfermos se quedan sin tratamiento; SAVE the CHILDREN: Se
llama Anita y es una víctima de explotación sexual; ACNUR: Somalia:
Combates amenazan a los refugiados y causan nuevos desplazamientos; PLAN:
¡Ayuda a los afectados por la sequía en África!; AMNISTÍA INTERNACIONAL:
España: ¡No más derechos a la intemperie!; UNICEF: La
sequía no perdona a nadie, eran los titulares que avisaban de una
información, más bien, con poco humor.
Una vez leída la tragedia de esos seres que las
circunstancias han puesto en un camino no querido e injusto; el internauta se
preguntó: “¿Cómo puedo pretender mejorar mis condiciones laborales sabedor de
tanta desgracia e injusticia? Al lado de esa miseria ¿no es, sino un privilegio
vivir como vivo?
Hizo un alto en el camino de las divagaciones y preguntas y
se puso a leer un libro de poemas de Benedetti. Cuando no tiene respuestas, los
libros le ayudan a aumentar considerablemente las preguntas. ¡Son tan aburridas
las certezas!
Ayudado por la lectura sosegada del bueno de don Mario, el
lector se hizo estas preguntas: La ausencia de esas pretensiones de mejora ¿acaso
ayudaría a los más necesitados? ¿No es sino desde una posición mejor, la única
manera de conseguir erradicar la injusticia?
Pero, para ello, hace falta empatía de la ciudadanía para
empujar a la clase política a que lo haga ¿no? Terminó su sesión de preguntas
el pos-huelguista, internauta y lector.
Y es que él, aun siendo consciente de las diferencias y
comparaciones, se considera un sufrido.
VOZ DE UN SUFRIDO
Por fin vamos armando
la conciencia
de que somos un haz de
derrotados
unos con su mochila de
infortunios
otros con su
muestrario de fracasos
los poderosos cumplen
su faena
la carga del dinero
los ahoga
la desgracia que
siembran no los calma
son patriarcas del
hambre contagiosa
no mienten con sus
féretros de lujo
su resguardo de muerte
no es distinto
del de los niños
pobres / en el hoyo
hay esqueletos y hay
esqueletitos
la derrota nos hace
mayoría
que acusa desde abajo
a los del puente
tan sólo nos mantiene
la esperanza
de reventarlos o de
que revienten
2 comentarios:
Es cierto que puede dar vergüenza luchar por unos derechos, que parecen convertirse en privilegios al mirar hacia esas personas tan desfavorecidas. Pero la gente que siempre piensa en la suerte que tiene comparandose con ellos, tambien debemos saber, que cuanto más nos quiten a nosotros, menos les llegará a ellos. Al luchar por nosotros y defender nuestros derechos, estamos peleando tambien por las clases sociales más bajas.
Un saludo Carlos.
Eso creo yo. Todo avance se basa en una referencia.
Saludos.
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