lunes, 10 de junio de 2013

Ellas sí quieren cambiarla



Los ciudadanos son los que deben cambiar esta sociedad injusta y desigual.
Culpabilizar de todos los males a políticos interesados e ineptos y a los poderes económicos, es como culpar al matarife de que la carne no esté en buen estado. A ellos no les conviene cambiar nada; les va de maravilla. Política y economía son instrumentos al servicio de un bien común. Que estén al servicio de una minoría privilegiada, perjudicando a los más necesitados y arrastrándoles a la marginación social, es algo que la mayoría de la ciudadanía está consintiendo. Miedo, acomodamiento, falta de compromiso y de empatía, desánimo, educación individualista, coyuntura actual… cada uno tiene sus motivos para justificar su apatía. Tan solo cuando les afecta directamente se mueven para intentar que no cambie “su mundo”.
¿Y la ciudadanía concienciada? Pues, mediante la pureza de sus ideas, intentando erosionar los matices que unen y, de esta forma, dejar más fácil el camino para la minoría privilegiada. Alentador ¿verdad?
¿Y si se une ambas situaciones en una misma persona? Es decir, ¿ciudadanos concienciados y problema que les afecta directamente?
Pues que son capaces de emprender hasta una huelga de hambre. Ahí tenemos el ejemplo de los trabajadores del Sector de Limpieza de centros sanitarios del Salud. Volverán a comer cuando readmitan a los compañeros despedidos. Palabras mayores.
¿Por qué han llegado a esa situación? Por haber iniciado una huelga indefinida. Una vez iniciada, los más fuertes, emplean todos los recursos para ganar. No intentan una salida negociada sino una humillada. Los despidos como instrumentos de intercambio -para más información pregunten a los jardineros de Parques y Jardines, tienen experiencia al respecto-.
¿Y qué pretenden conseguir con dicha huelga? ¿Recuperar el poder adquisitivo perdido?
¿Más conciliación familiar o aumento de permisos laborales? ¿Ir mejorando los derechos sociales adquiridos? Ustedes pensarán que eso es lo lógico. Presionar para mejorar. ¡Es que debería ser hasta obligatorio para el trabajador! Pues fíjense que ahora se hacen huelgas para, como mucho, no perder o perder lo menos posible.
Y los trabajadores haciendo suyos los argumentos de los poderosos. Siguiéndoles la cuerda en vez de defenderse a sí mismos.
Pero no todos los trabajadores actúan así, no. Hay algunos que hasta ponen en peligro su salud por algo que nadie puede comprar: convicción.
Mientras dure la huelga de estos trabajadores, cada bocado que se lleven ustedes a la boca debe tener un sabor agridulce. Agrio por el sufrimiento de estas personas y dulce porque ellas mejoran a esta especie que se llama a sí misma humana. Ellas sí quieren cambiar esta sociedad injusta y desigual.




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