miércoles, 12 de noviembre de 2008

Un Dios como Dios manda.

El futuro es manejable, la Vida es imparable.
Con estas palabras termina el libro “La ciencia y la vida” de Valentín Fuster y José Luis Sampedro.
Entresacar una parte del libro es difícil pues dan ganas de transcribirlo entero y, para eso, se recomienda la lectura del mismo y se ahorra uno el trabajo.
Pero, haciendo un esfuerzo seleccionador, he elegido la reflexión que hacen sobre la muerte… o sobre la otra vida.

-Y en cuanto a la otra vida- prosigue Sampedro- no tengo afirmaciones categóricas, no sé si hay un Dios o no hay Dios, pero me tiene completamente sin cuidado. Por una razón: porque si hay un dios como Dios manda, claro, no como manda el Vaticano, es imposible que me juzgue culpable. Primero porque no pedí venir a este mundo, él me ha hecho. Segundo, porque si le he salido mal, es culpa suya, que construya mejor el juguete. Y tercero, porque aun siendo consciente de haber hecho mal muchas cosas en mi vida y que puedo haber perjudicado involuntariamente a alguien, tengo la plena seguridad de no haber hecho daño deliberado a nadie. Maquinar maquiavélicamente cómo hacerle la puñeta al de enfrente, no lo he hecho. Nunca, ni siquiera a gente que me ha perjudicado. No, no lo he hecho porque hacerlo me hubiera degradado a mí mismo, jamás he incurrido en esas prácticas.
-Yo tampoco, seguro. En fin, el tema de la muerte me parece muy interesante, pero creo he hemos abordado los aspectos fundamentales, ¿no?
- Sí, es un tema muy interesante porque el modo de aceptar la muerte retrata una civilización. La concepción de la muerte en la antigüedad clásica es completamente distinta a la nuestra.
- En efecto. Yo para concluir os repito mi intuición de que hay algo más. El problema de la culpabilidad es un problema educacional, pero sinceramente creo que he dado, que mi trayectoria vital no es para sentirme culpable.
- Yo no sé si hay algo más, pero no me preocupa y no tengo el menor sentido de culpabilidad. No me creo inocente, pero no soy culpable. Ya te dije, si Dios es como Dios manda, no puede hacerme culpable a mí de lo que Él ha creado.
-Me has convencido con esto de un dios como Dios manda. Es una frase estupenda para levantar nuestra última sesión.

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