Si para un pastelero
el éxito consiste en realizar bien una tarta; el de un jardinero cortar bien el
seto y el de un agricultor que el producto cultivado sea de buena calidad; el
éxito de un militar es haber matado a su enemigo –preferiblemente antes de que
le maten a él-.
Según la OTAN, la
operación Mushtarak (juntos) ha sido todo un éxito en Afganistán.
Cuando uno escucha por
la radio o ve por la televisión, la información sobre una actuación de los
militares, cree que está escuchando un serial –como cuando era pequeño- o viendo
una película apta para todos públicos.
Ni una sola muestra de
las consecuencias de dicha actividad.
Eso sí, la información
expresada con gran elegancia: El ejército aliado “ha tomado posiciones” –parece
que están jugando al monopoly-; los insurgentes “han sido sorprendidos” –supongo
que dándoles un sustico, ¡uh, uh, uh!; se han tomado todas precauciones para no
causar víctimas civiles –aun habiendo ochenta mil en la zona de actuación (Marjah)-.
No entro ahora a
valorar si la violencia es necesaria o no para intentar hacer un mundo más
justo –parece una contradicción en sus términos- pero si existe la violencia,
por lo menos que nos informen como adultos y no nos infantilicen más de lo que
estamos.
Un militar lleva un
fusil y el agricultor una azada. Con la azada se puede hacer dos cosas: o se
puede cavar la tierra o se puede matar, con el fusil sólo se puede hacer una de
las dos.
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