Liberado de la pena que me producía pensar que los niños,
fallecidos antes del bautizo católico, iban al limbo (Benedicto XVI declaró su
inexistencia en 2005), Ratzinger vuelve a proporcionarme otra alegría
indescriptible: el Pontífice elimina el purgatorio como concepto físico. “El purgatorio no es un elemento de las
entrañas de la Tierra, no es un fuego exterior, sino interno”, afirmó en su
audiencia de los miércoles.
¿Y lo que siento ahora, que aún sigo vivito, cuando disfruto
de la belleza terrenal qué es sino fuego interior? ¿Estaré ya en el purgatorio?
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