martes, 29 de julio de 2008

Huelga de los trabajadores de las conserveras.

“La principal reivindicación de los sindicatos es que el trabajador no pierda poder adquisitivo, que tenga derecho a media hora de descanso para el bocadillo en el caso de la jornada continuada de ocho horas y que cuando haya una baja por incapacidad temporal se cobre el cien por cien de la base reguladora y no el 75 por ciento, como ocurre actualmente.
Los sindicatos han pedido que el salario base se incremente de 879 euros a 1.000 euros mensuales durante el plazo de vigencia del convenio, que, a su juicio, debe ser de tres años y el pago del plus de penosidad por ruido a todos los trabajadores expuestos a más de 80 decibelios.
El convenio se viene negociando a nivel nacional desde el pasado mes de febrero y lo único que ha ofrecido la patronal es un subida del tres por ciento cuando el Índice de Precios al Consumo (IPC) esté por encima de este porcentaje”.


¿Cómo se puede tener tanta jeta? 1000 euros de salario base, cobrar el cien por cien si están de baja y, lo que es más inadmisible, ¡media hora de bocadillo!
¿Pero qué se han creído? ¿Acaso no se dan ustedes cuenta de que estamos en el siglo XXI?
Pedir esas enormes mejoras laborales en el pasado aún tenía sentido, pero en estos tiempos neoliberales, por favor.
El tiempo… el tiempo que llevo vivo me está dando la experiencia suficiente para simplificar lo menos posible la opinión sin llegar a la relativización. ¡Menudo encaje de bolillos! Por ello supongo que habrá empresarios en situación económica complicada y otros emplearán la crisis actual para decir cuidadito, cuidadito.
Pero no todo es relativo. ¿El motivo del cierre de una empresa es que sus trabajadores pasen de cobrar 879 euros a 1000 de salario base? ¿Se arruinan si los obreros paran a almorzar 30 minutos? ¿Acaso no es justo que si tus oídos se exponen al ruido, por lo menos cobres un plus?
Estamos llegando a unos extremos que hasta para ir a trabajar habrá que pagar. Y ni aún así estarán contentos. Algo bueno habrá en ello. Cuando llegue ese día el currante podrá elegir entre la mejor oferta empresarial y la que le dé las mejores prestaciones. Cómo una lavadora, vaya.
Ya desyermaremos los huertos de nuestros abuelos para nuestra manutención. E incluso haremos conserva con los tomates.

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