Pido disculpas a los parados por mi actitud insolidaria hacia ellos: el
domingo fui a la manifestación contra la reforma laboral.
Según el
gobierno, los manifestantes que aún trabajamos, nos preocupamos más de
perder nuestro “privilegio” –la remuneración por nuestro trabajo y
esfuerzo, todavía es motivo de agradecimiento- , que por la suerte de
los desempleados. Es de todos sabido, cuanto más derechos y mejores
condiciones laborales peor les va a los parados. Se trata de igualar
hacia abajo. No sé cómo las generaciones anteriores lucharon por mejorar
y adquirir derechos; sabiendo que con su actitud iban a perjudicar a
los que estaban en peor situación.
Vamos, es cómo si en vez de aspirar a
ganar el Tour de Francia, los ciclistas intentaran llegar a París en
último lugar. Y, además, se les aplaudiera por ello. Porque ese es el
problema mayor; podrían decir que el Everest está debajo del mar y, los
interesados o autoengañados, se lo creerían -o harían como si se lo
creyeran-.
Hoy en día, hasta la evidencia está en crisis.
Así pues, les pido perdón por contribuir a aumentar, con mi actitud, la cola del paro.
Así pues, les pido perdón por contribuir a aumentar, con mi actitud, la cola del paro.
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